Miñanco y Magentí

Mejor entre rejas

Hay sujetos tan embridados para siempre con el mal, tan perfectamente canallas, que no merecen los beneficios penitenciarios

Sito Miñanco, este martes, a su llegada a la Audiencia de Pontevedra
Álvaro Martínez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Hace 35 años de la primera vez que Sito Miñanco entró en prisión. Por entonces, solo estuvo unos meses a la sombra por trapichear con rubio americano de batea, en aquellos años en que la comarca del Salnés era el paraíso del contrabando de tabaco. Un año después de aquello ya estaba en la droga, donde llegó a liderar un clan mafioso hasta que en enero de 1991 volvió al «caldero» cuando le cogieron encabezando una trama que había introducido más de dos toneladas de coca en la costa gallega. Veinte años de cárcel le cayeron, además de una multa de más de 200 millones de pesetas. Solo siete años después, en 1998 y gracias a esa malva conocida como Ley General Penitenciaria, obtenía la libertad condicional, que solo disfrutaría tres años pues en 2001 fue apresado de nuevo cuando volvía a dirigir un emporio de polvo blanco desde un chalé de Villaviciosa de Odón. Fue detenido a pie de obra, controlando desde la radio un alijo de cinco toneladas que cruzaba el Atlántico. La condena fue entonces (2004) de 16 años de cárcel y la multa, de 390 millones de euros. Sí, el currículum delincuencial de Miñanco es un viaje de la peseta al euro. Naturalmente, no los cumplió en su totalidad pues la Ley General Penitenciaria seguía siendo una malva. Desde hace dos años, andaba en régimen de semilibertad por Algeciras, a lo suyo, hasta el pasado 5 de febrero que volvió a ser apresado como líder de una macro-red de tráfico y blanqueo a gran escala... solo unos días antes de que comenzase contra él un juicio por blanquear desde la cárcel, años atrás, diez millones de euros.

Más. Jordi Magentí, el presunto asesino de una pareja de novios en el pantano de Susqueda el pasado agosto, fue condenado a 15 años por matar de cuatro tiros a su esposa en 1997. Para el último disparo hubo de recargar la escopeta. Se le atenuó la prisión, por padecer un trastorno ansioso depresivo, y a los doce años ya estaba en la calle. Ayer, los Mossos encontraron un arma en su casa.

Miñanco, Magentí, el Rafita (que violó, atropelló y quemó a Sandra Palo), Félix, el del estilete (57 violaciones)... ¿Rehabilitación? ¿«Odia el delito y compadece al delincuente», como pone en la puerta de las cárceles? Hay sujetos tan embridados para siempre con el mal, tan perfectamente canallas, que no merecen los beneficios penitenciarios y la bobalicona indulgencia de la sociedad a la que tan gravemente siguen agrediendo.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación