Los «Jordis», en el talego; nada nuevo en Cataluña

Tanto tiempo mirando hacia arriba para ver si se les abrían las puertas del cielo y resulta que, al despertar, se han encontrado con la horma de su zapato: el Estado

Jaime González

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Ni se ha desprendido el firmamento ni han vomitado fuego las alcantarillas. Los Jordis están en el talego y el fuelle callejero del soberanismo parece que va perdiendo aire. Son las consecuencias de no dosificarse. Tras el subidón de las últimas semanas, el movimiento "indepe" parece dormir la mona, víctima de uno de esos resacones que obligan a echar mano del RU-21 para metabolizar el alcohol. Tanto tiempo mirando hacia arriba para ver si se les abrían las puertas del cielo y resulta que, al despertar, se han encontrado con la horma de su zapato : el Estado, que a la espera del 155 les ha ido, poco a poco, estrechando el campo y dejándoles sin margen de maniobra.

El caso de Jordi Sánchez y Jordi Cuixart es sintomático: en menos de un mes han pasado de subirse, altavoz en mano, al techo de los Nissan Patrol de la Guardia Civil a sentarse en su interior, pero camino de Soto del Real. La Justicia se está moviendo a un ritmo inusualmente rápido, al compás de los acontecimientos, y Mariano Rajoy hasta parece que camina más deprisa. Sin pasarse y marcando puntualmente los tiempos, acompasando su velocidad a la climatología y la variabilidad del terreno. A algunos –resulta comprensible– puede parecerles desesperadamente lento, pero lo cierto es que "eppur si muove", como dicen que dijo Galileo.

En Cataluña, los niveles de ruido no han superado el umbral que previeron los independentistas. Una "mani" del montón sin demasiada sustancia y un acto de homenaje a los "presos políticos" de Puigdemont y su banda. Las empresas y el mundo les han dado la espalda y –para colmo– han despertado el sentimiento patriótico de millones de españoles, catalanes incluidos, que han dado un paso al frente para defender lo suyo con una reconfortante naturalidad que debería servir de catapulta con miras al futuro.

La Guardia Civil sigue rastreando las huellas del delito y ayer se personó en el centro de gestión de llamadas de Emergencias 112 de la Generalitat en Reus en busca de las comunicaciones internas realizadas por los Mossos el 1-O. La cronología de los hechos ha configurado un estado de opinión que va desgastando los eslabones de la cadena de mentiras del independentismo. Les invade una sensación de derrota y, acorralados, no es descartable que reaccionen a la manera de Nerón en Roma: quemándolo todo. No pueden soportar que no se haya desprendido el firmamento ni hayan vomitado fuego las alcantarillas.

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