Humor amargo

Lo malo es que esta broma tan buena calca la realidad

Luis Ventoso

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Unos catalanes pro españoles y con sentido del humor lanzaron en junio la plataforma Tabarnia , que ayer concitó atención y jolgorio en la verbena digital. El movimiento es una parodia del separatismo. Propone liberar a Barcelona y parte de Tarragona . Juntas formarían una nueva comunidad autónoma, Tabarnia, que soltaría amarras con la Cataluña «atrasada». Los argumentos son exactamente los mismos que emplea el fanatismo separatista. Las rezagadas Lérida y Gerona le roban a Tabarnia . La maltratada Barcelona paga a Cataluña un 32% más de lo que recibe. Los vecinos de Tabarnia, más ricos, emprendedores y cosmopolitas que el resto de los catalanes, se ven forzados, por ejemplo, a sostener los discutibles aeropuertos de Gerona y Lérida. Cuando Tabarnia se libre de Cataluña esos fondos se destinarán a que los barceloneses no paguen peajes. Tabarnia reclama su « derecho a decidir », porque allí ganan los constitucionalistas. Exigen un referéndum que les permita elegir si permanecen en Cataluña o forman una nueva comunidad autónoma, unida para siempre a España y a la UE. Además Tabarnia está puteada políticamente: para ganar un escaño en la provincia de Barcelona hay que sumar 46.000 votos, frente a los 20.000 que bastan en la independentista Gerona. Por supuesto existe una justificación histórica -el Condado de Barcelona - y un lema rompedor, que igual les suena: « Barcelona is not Catalonia ».

Tabarnia, claro, es una coña marinera. Pero a golpe de ironía sitúa al movimiento supremacista catalán frente al espejo de su propia mezquindad. Si el asco al vecino, la insolidaridad y la soberbia de los independentistas constituyesen un patrón general, el planeta se llenaría de flamantes paisitos. En Londres la permanencia en la UE ganó por diez puntos y su City financiera es la primera industria del país. La capital británica es abierta y cosmopolita (el 30% de su población ha nacido fuera), en nada se parece a las deprimidas ciudades norteñas, o a Irlanda del Norte y Escocia. ¿Qué diablos pinta Londres, europeísta y global, en un Reino Unido lanzado a la chochera del Brexit y el ensimismamiento nacionalista? Urge un referéndum de independencia para Londres. Respetemos su derecho a decidir. ¿Por qué las pujantes provincias atlánticas de Galicia tienen que seguir transfiriendo fondos al desierto verde de Lugo y Orense, donde apenas hay industria? Creemos una nueva república, Costalandia, soltemos lastre. ¿Y Nueva York? Liberal, dinámico, mestizo. El Gotham de Wall Street , los rascacielos y la ONU. ¿Qué pinta unido a los granjeros de las praderas de Wyoming que votan a Trump ? ¿Y Sevilla? ¿Existe lugar con personalidad más acusada? Hasta cada barrio alardea de carácter propio. Atenta contra los derechos humanos que no puedan constituir la ciudad-estado de Hispalis.

En efecto, el movimiento separatista es profundamente ridículo. Por eso confieso mi malestar con Cataluña: no he logrado digerir que después de todo lo que les han hecho, de la quiebra social, el daño económico y el astracán golpista, todavía les votasen dos millones de catalanes. Ciertamente ahí existe un serio problema. Y no radica en Madrid.

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