EDITORIAL ABC

Un Gobierno para negociar y pactar

Madrid Actualizado: Guardar
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Rajoy mantiene a siete ministros, pero incorpora seis nuevas caras, entre ellas De Cospedal, da más poder a De Guindos y reafirma su núcleo duro para la política económica

EL presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, dio a conocer al fin su nuevo Ejecutivo, en el que mezcla razonablemente continuismo y renovación, en la conciencia de que necesitará un consagrado perfil gestor y negociador a partes iguales para sacar adelante la legislatura. En cierto modo, el final de la mayoría absoluta ha obligado a Rajoy a designar un gabinete persuasivo para la consecución de pactos con la oposición, pero a la vez capaz de ejecutar políticas que, por impopulares que puedan parecer, sean imprescindibles para el sostenimiento económico de España.

El nuevo Ejecutivo tendrá trece carteras, en las cuales repiten siete ministros, con algunas variaciones de competencias -Soraya Sáenz de Santamaría, Rafael Catalá, Cristóbal Montoro, Luis de Guindos, Íñigo Méndez de Vigo, Fátima Báñez e Isabel García Tejerina-, y otros seis acceden por primera vez: Juan Ignacio Zoido a Interior, María Dolores de Cospedal a Defensa, Íñigo de la Serna a Fomento, Alfonso Dastis a Exteriores, Dolors Montserrat a Sanidad y Álvaro Nadal a una cartera de nuevo cuño denominada Energía, Turismo y Agenda Digital. Rajoy prescinde de tres ministros: Pedro Morenés, Jorge Fernández Díaz y José Manuel García-Margallo, estos dos últimos producto de un profundo desgaste.

Las claves del nuevo Ejecutivo se basan en el mantenimiento de una única vicepresidencia, en la que Sáenz de Santamaría asume las competencias de Presidencia y de Administración Territorial para liderar la compleja respuesta del Estado al desafío secesionista de Cataluña. No obstante, pierde la portavocía del Gobierno a manos de un Íñigo Méndez de Vigo reforzado, que la simultaneará con la cartera de Educación, Cultura y Deporte. Será un cambio relevante en la imagen pública que el Gobierno transmita cada viernes en los Consejos de Ministros, que viene avalado por el buen hacer de un político caracterizado por su vocación de diálogo, y obligado además a negociar con la oposición un pacto educativo imprescindible. Otra clave determinante es el aumento de peso específico de Luis de Guindos, ya que, si bien no accede a una vicepresidencia como tal, suma a su mando el Ministerio de Industria. Además, Rajoy reafirma el núcleo duro de su política económica con la continuidad de Montoro en Hacienda, cuya labor considera insustituible como garante de que las cuentas del Estado cuadren más allá de las suspicacias que generen su imagen o su impopularidad.

Una novedad que se daba por descontada es la incorporación de María Dolores de Cospedal al Gobierno. Será titular de Defensa y, aunque aún se desconoce si el CNI dependerá de ella o de Vicepresidencia, o si podrá compatibilizar el cargo con la secretaría general del PP, lo cierto es que Rajoy ha querido premiar su lealtad durante los momentos más duros de la pasada legislatura a la hora de afrontar los casos de corrupción que tanto erosionan al partido. Alfonso Dastis, nuevo titular de Exteriores, no goza de un perfil político de primera línea, pero su experiencia como embajador y su capacidad negociadora en los arduos entresijos de la UE han aconsejado a Rajoy su elección para reafirmar el perfil exterior de España. Nadal, estrecho colaborador del presidente en La Moncloa como director de la Oficina Económica, accede a Energía, Turismo y Agenda Digital, desagregando dos antiguas secretarías de Estado y reafirmando la vocación de inversión en la esfera digital como clave determinante del futuro para España.

Finalmente, la designación de un cántabro como De la Serna, alcalde de Santander, de un andaluz como Zoido y de una catalana como Dolors Montserrat contribuye a cubrir parte de la «cuota territorial» inherente a todo Ejecutivo y, en cierto modo, a rejuvenecer la imagen del Gobierno en la medida en que los tres ministros salientes ya encarnaban una generación anterior de políticos. Los tres cuentan con experiencia de gestión, y resulta relevante la confianza depositada en Zoido al frente de Interior, uno de los ministerios más complejos y causantes de desgaste personal. Se trata de un Gobierno renovado casi al 50 por ciento cuya prioridad será pactar unos Presupuestos para mantener la recuperación, negociar el futuro de las pensiones, fraguar una ley educativa y asegurar el aumento del empleo y la contención del déficit, más allá de articular las respuestas necesarias a cada paso del chantaje secesionista de Cataluña. Es un Gobierno ideado para una legislatura necesariamente pactista y, a priori -es el deseo de Rajoy-, de amplio espectro

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