Salvador Sostres

Flores a Franco

Salvador Sostres
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La racaille nacionalista ensució y finalmente derribó una estatua de Franco decapitado en Barcelona que por encargo de Ada Colau se había situado precisamente para recordarnos lo malo que fue, y para continuar viviendo de su fantasma, que es lo único que los nacionalistas y la izquierda han sabido hacer desde la restauración de la democracia.

Por fin mataron a Franco, tras 41 años de intentar disimular que se les murió en la cama. Por fin ganaron la Guerra, tras 80 años buscando culpables de sus fracasos. Es tierno consignar que los que atacaron al decapitado lo hicieron con pasamontañas, por el miedo cerval que todavía el Caudillo les da.

Los dos populismos de nuestra era, la extrema izquierda y el independentismo, son lo más franquista que nos queda.

Franco ha sido su única razón de ser, y con él y a través de él han justificado sus vidas, su mediocridad, sus renuncias. Le necesitan mucho más que sus nostálgicos y sin él no sabrían de qué hablar, y si lo borráramos de la Historia, también ellos desaparecerían, insignificantes ante la exigencia de una libertad que nunca se han molestado en aprender a utilizar.

Acudir encapuchado a derribar a Franco tras 41 años es lo mismo que abrazarle y cantar el Cara al Sol entre lágrimas mitad de impotencia, mitad de rendido amor. Hasta decapitado creéis que os mira y escondéis vuestra cara en su presencia. Ni Carrero le trató con tanta reverencia.

Franco no hubiera podido morir en la cama sin el apoyo mayoritario de su pueblo, pero tampoco sin vosotros, que os llamasteis Resistencia cuando erais más totalitarios que él y le necesitabais tanto como le continuáis necesitando, y fuisteis el enemigo enamorado que le ayudó a perpetuarse en la vida y tras su muerte, y por eso ya no quedan franquistas pero los antifranquistas permanecéis en vuestros puestos –con una fidelidad que ningún otro caudillo conoció–, ya sea en el Congreso, en los parlamentos autonómicos, en las plazas o frente a una estatua.

Siempre os derrotará y no podréis pasar página hasta que en lugar de huevos le llevéis flores, le deis las gracias por la lucrativa vida de resentidos que os ha permitido llevar y asumáis que sobre todo gracias a vosotros es dulce el lecho donde duerme.

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