Salvador Sostres

España y Trump

El candidato republicano ha ganado diciendo lo que piensa, sin sucumbir a los dictados de la corrección política

Salvador Sostres
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La progresía española y nuestra derechita cool han demostrado una vez más una pobrísima capacidad de análisis de la política americana, con su pereza intelectual de renunciar a entender al presidente Trump para despacharlo con un par de topicazos de programa nocturno de La Sexta con muchos followers en Twitter.

Ha ganado el empresario que ha sabido hablarle a su pueblo de su trabajo y de su destino. Ha ganado el que sabe crear riqueza contra la incomprensión e incluso la rabia de los que nunca pagaron ninguna nómina pero se atreven a darnos lecciones y a decir luego que tan magnífica victoria ha sido una sorpresa, cuando lo sorprendente es que todavía se atrevan no sólo a insistir en sus sandeces todas ellas fracasadas sino a perdonarle la vida a la primera nación del mundo.

Acusarle de machista por unos comentarios realizados en el contexto de una conversación privada y fraudulentamente difundida dice mucho de la altura moral y del concepto de libertad de los que tanto odian al presidente Trump; y más por haber dicho la obviedad de que los hombres solemos usar el poder, la fama y el dinero para ligar. Y es propaganda –inútil propaganda, como ha quedado demostrado– llamarle xenófobo y racista por advertir de los peligros de una inmigración descontrolada, y por defender –sin nuestra cínica retórica buenista– una política fronteriza que es exactamente la misma que la Unión Europea promulga.

La parte más brillante de su victoria es precisamente esta: que ha ganado diciendo lo que piensa, sin sucumbir a los dictados de la corrección política: ha toreado a las feministas, ha cuestionado la creencia medioambientalista, y ha ridiculizado al cosmopolistismo con elocuentes e inequívocos discursos, tal vez estridentes, pero sin duda verdaderos. Y no ha temido presentarse al margen de la maquinaria de su partido –casi "contra" su partido– con una candidatura muy personal, y América se ha reconciliado con el individualismo. Del "Yes we can" del presidente Obama hemos pasado al "Yes I can, y si yo puedo tú también" del presidente Trump.

No sólo la señora Clinton fue ayer derrotada. También perdió, de rebote y en la distancia, nuestra siniestra colección de derechitos y desesperados, que por supuesto querrán seguir teniendo razón y no van a disculparse. Pero ahí quedaron, retratados en su impotencia. God bless America.

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