Ignacio Camacho

El elefante en el salón

Podemos es el elefante en el salón del PSOE. Un problema obvio que no se puede ignorar por más que se disimule

Ignacio Camacho
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Difícil de eludir, imposible de ignorar. En la política americana se llama elephant in the room a un problema obvio que ocupa el centro de la escena y estorba de manera irremediable aunque todo el mundo finja disimularlo. Eso fue Trump, por ejemplo, desde el principio de su campaña: un paquidermo ninguneado que se paseaba por todas las habitaciones hasta que acabó enseñoreándose de la casa (Blanca).

Podemos es el elefante en el salón de la izquierda socialdemócrata moderada. Su propuesta de moción de censura ha irrumpido en las primarias con un factor de distorsión que incomoda a los socialistas con su solo anuncio, aunque finalmente no sea presentada. Pablo Iglesias ha logrado introducir en el debate del PSOE el tabú de la relación con su partido, que todos los candidatos tratan de aparcar de forma más o menos abstracta.

Sólo Pedro Sánchez es, sin atreverse a decirlo abiertamente, favorable a una confluencia frentepopulista hasta el punto de que su modelo de organización pretende despejar el camino mediante una estructura asamblearia.

La cuestión de fondo consiste en que los socialistas son conscientes de que no pueden volver a gobernar solos en plena deconstrucción del bipartidismo. Necesitan a Podemos para regresar al poder aunque nadie está por ahora dispuesto a admitirlo. El sueño de Susana Díaz de una alianza a escala nacional con Ciudadanos sólo sería posible si el PP se desplomase por debajo del 25 por 100, algo poco verosímil ahora mismo. Y todos, menos quizá Sánchez, saben lo que significa compartir Gobierno con su némesis: un chantaje perpetuo y un calvario autodestructivo.

Sucede además que la mayoría de sus votantes, y tal vez hasta de sus militantes, no ve con malos ojos esa alternativa. Desde luego les parece mejor que permitir que siga Rajoy y eso permite a los populistas hurgar en la herida, haciendo incluso guiños a los sindicatos para acercarlos a su deriva. El asunto es especialmente enojoso para Díaz, que ha basado su campaña en una elipsis ficticia. Ella habla de ganar porque Sánchez no ha hecho más que perder, pero pasa de puntillas sobre el problema de formar una mayoría. Porque salvo que le devore de golpe diez o quince puntos a Podemos, lo que no parece viable a corto plazo, no podría reducir su cuota de coalición a un papel subsidiario como el que en su primer gabinete andaluz le cedió a Izquierda Unida. Además, el susanismo es, como lo era González, visceralmente anticomunista. Y ya conoce cómo las gasta Iglesias, que no ha creado su proyecto para apuntalar al PSOE sino para suplantarlo arrebatándole su hegemonía.

Agobiados como están con su crisis de liderazgo, los dirigentes socialistas prefieren aplazar esa estrategia según el conocido adagio de no cruzar el puente antes de llegar al río. Pero al otro lado del río espera un elefante que a la menor oportunidad se puede convertir en cocodrilo.

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