Diputada a la fuga

La virtud de defender utopías es que nunca se cumplen. Puedes pedir lo que sea y mantenerte firme en tu demanda

Marta Rovira, en el Parlamento catalán, el pasado jueves AFP
Ramón Pérez-Maura

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Todos los diarios llevaban ayer un titular en el que se contaba que las diputadas de ERC Forcadell, Rovira y Bassa habían decidido renunciar a su escaño dejando tirado a Jordi Turull en su proceso –fallido– de investidura. Y, con indudable intuición, no fuera a acudir al Supremo en Madrid y acabar alojada en la prisión de nombre ducal y condiciones señoriales (Estremera) Marta Rovira siguió el ejemplo de «Carlitos» –Boadella dixit– y Anna Gabriel y tomó las de Villadiego.

Una conclusión relevante de todo este proceso es que nuestro sistema penitenciario es extremadamente disuasivo. No sé si será útil como sistema de reinserción, pero como fórmula para renegar de todo error es evidente que hace un papel efectivísimo. Hemos visto a estos héroes de la independencia comparecer ante el juez despojados de todos los principios revolucionarios con los que aspiraban a liderar el golpe de Estado en favor de la ruptura de España. Ayer, camino de la sala del Supremo, se les había caído de la solapa el lazo amarillo, como si su ausencia pudiera distraer la memoria del magistrado. Ni así.

La lista de fugados –no exilados, por favor– sigue así incrementándose. Gente como Anna Gabriel pasó por Venezuela para hacer un poco de caja antes de instalarse en el paraíso del capitalismo, Suiza. Porque la revolucionaria Gabriel sabía muy bien que de haberse quedado una temporada un poco más larga en Caracas –un par de meses, tampoco mucho– probablemente hubiera acabado por pedir el ingreso voluntario en Estremera, donde los reos de Estado tienen unas condiciones de vida paradisíacas si las comparamos con las del común de los venezolanos.

En todo caso, hay que reconocer que en este embrollo catalán una de las posturas más coherentes es sin duda la de la Candidatura de Unidad Popular (CUP). La virtud de defender utopías es que sabes que nunca se cumplen. Por lo tanto, puedes pedir lo que sea y mantenerte firme en tu demanda. Nunca será un problema. El momento más relevante de la fallida sesión de investidura del jueves 22 de marzo fue cuando el portavoz de la CUP anunció que su formación pasaba a la oposición. Ellos se habían unido a los restos de Convergencia y Esquerra Republicana porque esos partidos habían puesto en marcha un proceso de independencia, la que la CUP quiere para poder aplicar a Cataluña unas políticas que son inviables dentro de España y de la Unión Europea. Pero si lo que ahora quiere el Turull de turno es la continuación del sistema autonómico, es lógico que la CUP diga que ellos están, coherentemente, en la oposición.

Al cierre de estas líneas todavía estaba convocada para hoy la segunda votación del pleno de investidura del reo Turull. De tener lugar, veríamos algo verdaderamente novedoso en la historia de la democracia occidental. Lo normal en un sistema de elección parlamentaria a dos vueltas es que si en primera vuelta no se tiene la mayoría absoluta, sí se tenga en segunda vuelta una mayoría simple. Es el punto de partida habitual para presentar una candidatura. Como bien explicó Rajoy en 2016, presentarte ante el Parlamento sólo para que te rompan la cara dos veces tiene una utilidad marginal. Aun así, hay veces en que un candidato tampoco tiene la mayoría simple en la segunda votación. Éste sería el caso de Turull, pues no la tuvo ni en primera ronda. Pero con el propio Turull en prisión, es seguro que su candidatura sacará menos votos en segunda vuelta que en primera. Y eso, créanme, tiene mucho mérito. Y la diputada a la fuga Marta Rovira sin dar la cara por sus ideas.

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