Luis Ventoso

Boda en Windsor

El matrimonio es un test de resistencia; a ver qué pasa...

Luis Ventoso

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El príncipe Harry , de 33 años, que solo será Rey si pinchan los cinco aspirantes que lo anteceden, se casó ayer con la actriz californiana Meghan Markle , de 36. Todo se envolvió en ese boato de cuento que bordan los ingleses, con un día tan soleado en Windsor que parecía una extravagancia televisiva. En diciembre de 1936, un antepasado de Harry, el rey Eduardo VIII , se vio forzado a abdicar por su fijación amorosa con Wallis Simpson , una divorciada estadounidense; amén de por sus oprobiosos devaneos filonazis. Todo ha cambiado (menos el peinado de Isabel II, claro). Meghan, flamante Duquesa de Sussex, estuvo casada entre 2011 y 2013 y aporta más novedades a los Windsor: es licenciada universitaria en Relaciones Internacionales, tiene sangre afroamericana, fuerte carácter y rotundas ideas feministas y anti-trumpistas. Deja atrás un pasado como actriz en un telefolletín judicial, «Suits», donde un guionista rijoso se empecinaba en pillarla saliendo de la ducha. Su familia es particular, aunque no tanto como los Windsor, of course. El patriarca Markle ha causado baja en la boda por intentar trapichear con los paparazzis. Lo apartaron alegando un sustillo cardíaco. La madre era trabajadora social y profe de yoga. Los hermanastros son un poema, y una se pasa el día tachándola de trepa.

Harry aspira a renovar un universo que la estupenda Isabel II, de 92 años, intenta que sea inmutable, pues la Reina, la mejor del clan, sabe que la monarquía solo puede perdurar a base de historia, ejemplo y mínimas palabras. De no mediar su calidad de nietísimo, Harry sería lo que en España llamamos «un parado de larga duración», porque tras dejar el Ejército no volvió a buscar trabajo y vive de representar a su abuela. Fue un muchacho tarambana , con tres jaranas épicas que hicieron feliz al director de «The Sun». Pero su valoración es altísima, por majete, por su pinta de personaje de tebeo de Tintín y por su labor con los mutilados de guerra. El príncipe Carlos ostenta una puntuación de +4%. La Reina, Guillermo y Harry andan por encima del +60%. Isabel II lleva 66 años en el trono y solo un 13% de los británicos prefieren que la suceda su primogénito.

Meghan, hija de un iluminador de estudios de televisión que se divorció cuando ella tenía seis años, aterriza en un micro mundo blindado e híper reglado. Una familia donde se entra a las estancias por el orden que establece la jerarquía, donde ni siquiera elegir silla en una mesa puede ser un acto espontáneo. ¿Perdurará la relación? Quién sabe... El matrimonio es un test de esfuerzo, que demanda toneladas de paciencia. Los precedentes juegan contra la intérprete de «Suits»: los príncipes Carlos, Andrés y Ana se divorciaron. ¿Se adaptará Meghan, una mujer independiente del siglo XXI , al corsé palaciego, sus intrigas y el escrutinio histérico de la prensa amarilla inglesa? Su enemigo, como el de Harry, será el aburrimiento. Estadísticamente las crisis matrimoniales suceden a los ocho años. Para entonces, la Duquesa de Sussex ya sabrá si añora ser Meghan Markle o si le compensa la jaula de oro un poco snob de los Windsor.

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