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Las ninfas y el florero

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Si yo fuera el alcalde de Cádiiiiiz sería un alcalde como Salvocheaaaa.» Era el móvil del alcalde, un mensaje de whatsapp le acababa de entrar. En el remitente, un nombre, Martínez de Pinillos. El alcalde pensó de inmediato «qué bombilla se le habrá encendido a este lumbreras». Leyó el mensaje. «Illo, illo, pedazo de idea que he tenido. Esto va a ser un pelotazo total». «Dime 'consejal', ¿qué se te ha ocurrido ahora.?» «Un bombazo para el 'cannaval', de esta nos sacan un pasodoble». «Como si necesitáramos hacer algo más, si hasta 'Gian Carli' dice que vuelve porque le hemos dado temas para tres repertorios de cuplés, sin contar que le hemos inspirado hasta el nombre de la comparsa... Al grano, dime cuál es tu idea».

«Veras, 'arcalde', el rumor de las olas me ha susurrado al oído que podíamos nombrar un dios del 'cannaval', y así nos apuntábamos un tanto de paridad sexista». «'Ji, ome', más gasto, ¿y qué hacemos con las ninfas?» «Eso es lo mejor, 'arcalde'. Decimos que no estamos a favor de las mujeres floreros y quedamos como los mejores. Vamos a pasar a la historia del 'cannava' de 'Cadi, Cadi' como unos héroes. Si lo está pidiendo 'to quisqui'». Como unos héroes, pensó el alcalde. De ésta se mosquea hasta el propio Momo.

Y no andaba desencaminado el alcalde. No sabemos qué habrá pensado el dios Momo de que de repente le hayan sacado competencia para el Olimpo de los dioses del Carnaval. En ese paraíso en el que él reinaba solo sin necesidad de que los humildes mortales, que disfrutaban de su presencia una vez al año, se creyeran con la osadía de nombrar más dioses que al que, durante muchos años, los carnavaleros invocaban para conseguir los laureles del triunfo.

Lo que está claro es que las ninfas si se iban a mosquear. De un solo golpe y amparados en los rumores de un Cádiz oculto se cargaban una tradición de la ciudad. Nos dejaban sin las ninfas de nuestros amores, aquellas a las que cuando éramos más jóvenes acechábamos por las esquinas de nuestro particular carnaval ya que evocaban a la mujer gaditana. A la rosita temprana, a la flor más bella de Andalucía. Y es que si bien nunca hubo 'ninfos' en esta ciudad mitológica, siempre hubo sátiros, ¿verdad, Coba? Resurgiendo últimamente de lo más profundo del Hades gaditano algún Narciso podemita, creyéndose con la potestad de quitar de golpe y porrazo a las ninfas, a las flores, e incluso, a los floreros.

Miren ustedes, el calificar a las mujeres que encarnan a las ninfas de floreros, además de una falta de respeto, demuestra una falta de conocimientos, ya que ellas poseen una amplia formación como bien han manifestado. Para su conocimiento, los floreros son personas que las colocan en un puesto sin saber ni dónde tienen los pies ni las manos. Son aquellos que demuestran su simple estado de decoración al plantear propuestas que no tienen lógica. Son esos que sin estar capacitadas para el puesto que desarrollan las mantienen ahí, bien porque hacen bonito o bien por decorar un despacho. En fin, que le voy a contar a ustedes que no sepan de un florero.

Al final, ¿quién hace más florero a una mujer?, ¿el que la elige en un proceso para representar a la ciudad en las fiestas o el que toma una decisión por ella sin tener en cuenta su voluntad? Juzguen ustedes mismos.

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