Inma Cuesta, ayer en San Sebastián para presentar la película «La novia»
Inma Cuesta, ayer en San Sebastián para presentar la película «La novia» - efe

Inma Cuesta: «En 'La novia' me he desnudado literal y absolutamente»

Protagoniza la adaptación de Paula Ortiz de «Bodas de sangre», presentada en San Sebastián en la sección Zabaltegi

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«Por alguna razón, porque me he tocado en un momento concreto vital o emocional, me he entregado de una manera bastante bestia, sobrehumana, me he desnudado literalmente, absolutamente. No hay un resquicio de mí que no se haya tirado a la piscina». La declaración de intenciones la firma Inma Cuesta, aterrizada ayer en el Festival de Cine de San Sebastián para presentar la película «La novia», basada en la obra «Bodas de sangre» de Federico García Lorca. Dirigida por Paula Ortiz, está incluida en la sección Zabaltegi.

«A lo mejor de esa manera tan salvaje no había enfrentado ningún personaje. En 'La voz dormida' también, pero aquí de una manera especial», reflexiona la actriz durante su charla con ABC.

«Yo siempre me entrego. En '3 bodas de más', que es una comedia, me entregué al 100%. Pero hay de repente historias que te tocan de una manera especial, o que las entiendes de una manera más clara. Yo era una amante de la obra de Lorca. Siempre soñé con hacer algún personaje de 'La casa de Bernarda Alba' o de 'Bodas de sangre', que era un libro de cabecera en mi adolescencia. De repente verme vestida de la novia de 'Bodas de sangre' era un regalo».

Al tiempo, respeto. Mucho respeto. «Cuando uno interpreta un personaje que han interpretado las grandes de las grandes... Es un clásico para nosotros. Yo soy bastante valiente y brava, y me enfrento al toro, pero uno dice: 'Vaya responsabilidad'. Como 'Ay Carmela'. Ese respeto y ese miedo, un poco vértigo, aún lo tengo porque ahora es cuando la obra va a empezar su viaje. Su otro viaje».

Un viaje en el que le acompaña su directora, Paula Ortiz, que asume que su aproximación a la obra de Lorca puede generar reacciones muy acusadas, en cualquier sentido: «Es intensa, es extrema, una apuesta muy fuerte en una dirección. Si entras el viaje merece la pena, pero si no entras es un código que no a todo el mundo quizás le pueda entrar con facilidad. No es lo que se lleva ahora, y menos en el cine de autor, que parece que tiene que ser un cine desnudo, despojado de muchas herramientas lingüísticas, siempre dentro de los estrictos márgenes del realismo. ¿Por qué no? El lenguaje del cine contemporáneo está a nuestra disposición y a mí me gusta utilizarlo de forma extrema».

Cuando habla de extremismo se refiere a una apuesta muy personal «donde había una plasticidad muy extrema, un uso de la música muy extremo, el texto poético, el mundo simbólico». Una apuesta que puede granjearle las críticas de los puristas. «Los textos clásicos son textos faros que te iluminan, y te pueden iluminar una y mil veces de manera distinta», rebate. «Están para volver a poner encima de la mesa el mapa de experiencias que no manejamos. Esta era nuestra propuesta. He intentado trabajar el espíritu de Lorca con responsabilidad y sin perder el juego».

Naturaleza, motor trágico

El reto de trasladar «Bodas de sangre» a la gran pantalla encerró varias dificultades. Las menos previsibles, las logísticas. «Rodamos en la Capadocia turca y Los Monegros. Tuvimos que parar por alerta roja de viento. Hubo situaciones duras, duras», admite Ortiz. Pero ningún arrepentimiento, ya que la elección del escenario iba mucho más allá de un capricho. «Buscamos un paisaje desértico, árido, que en sí mismo fuera abstracto, que tuviera un componente estético, en un sentido no banal, de vivir las formas del paisaje, porque la naturaleza en Lorca forma parte del motor de la tragedia. Se dice: 'yo no tengo la culpa, la tiene la tierra'».

«Hubo muchos equilibrios muy difíciles. Como algo general, era mantener el pulso. El propio Lorca puede bascular en muchos lugares. Es poeta antes que dramaturgo. Tiene una potencia apabullante momentánea pero no es uniforme», explica la cineasta. «Lo que más trabajamos fue el texto, que era una gran dificultad, porque al ser en verso... En teatro es diferente. En cine una cosa solemne es un poco complicado. Que tuviera mucha verdad pero que la palabra no perdiera su peso», completa Cuesta.

«Tenemos una literatura muy rica que no siempre hemos llevado al cine con todas las posibilidades que el cine da. Sacralizamos un poco nuestros textos clásicos», amplía Ortiz, que por su trabajo -en la Universidad- y formación -filología clásica- sabe bien de lo que habla. A lo que añade su propia conexión con «Bodas de sangre: «Es una de las historias que siempre ha formado parte de mi identidad o mis referencias. La leí cuando tenía 14 o 15 años y fue una experiencia fuerte. Uno de esos textos que te marcan».

Como asegura Inma Cuesta que le ha marcado a ella: «Ha supuesto absolutamente un regalo divino, para mí ha sido un sueño interpretar a la novia de Lorca, y lo digo de verdad. Es uno de los personajes que más me ha marcado y más me marcará, seguramente. Ha sido un paso muy importante, para mí como actriz y para Inma como persona».

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