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El uso de rodenticidas para topillos intoxica también a los pollos de rapaces

Los investigadores creen que la bromadiolona repartida en campañas anteriores se está usando irregularmente, sin que haya plaga, o ilegalmente para matar córvidos

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El empleo rutinario de rodenticidas como la bromadiolona por parte de los agricultores para hacer frente a las plagas de topillo campesino en Castilla y León afecta de forma negativa a los pollos de las principales rapaces que comen presas que previamente han consumido cebos envenenados.

Así lo pone de manifiesto una investigación recientemente publicada en la revista Management Science y en la que han participado investigadores del Instituto de Recursos Cinegéticos (IREC) de Castilla-La Mancha, de la Universidad de Oviedo, de la Estación Biológica de Doñana, del Museo Nacional de Ciencias Naturales, del Centre d'Etudes Biologiques de Chizé de Francia, del Grupo de Rehabilitación de la Fauna Autóctona y su Hábitat y del Departamento de Zoología de la Universidad de Estocolmo de Suecia.

Se encontró bromadiolona en el 16,9% de los pollos analizados

Hasta ahora se había logrado demostrar que el uso de este rodenticida anticoagulante de segunda generación para atajar las plagas de topillos estaba provocando con alta frecuencia intoxicaciones secundarias en depredadores como los cernícalos vulgares (Falco tinnunculus) y lechuzas comunes (Tyto alba).

El estudio ahora publicado aporta nuevas evidencias de cómo este tóxico llega a alcanzar a los pollos de rapaces, provocando sobre ellos efectos subletales.

Los investigadores recuerdan que en la primavera de 2014, ante una nueva situación de alta abundancia de topillos en Castilla y León, se repartió bromadiolona en uno de los municipios donde previamente se habían instalado cajas-nido de cernícalo vulgares como alternativa al tratamiento químico.

De estas caja-nido, previamente a su emancipación, se tomaron muestras de sangre de pollos de cernícalos. Tras analizarse la sangre para detectar posible presencia de bromadiolona, se encontró en el 16,9 % de los pollos analizados.

Además se comprobó que la presencia de este tóxico en los pollos de cernícalo afectaba a su condición física, variable importante para la supervivencia posterior de volantones y su potencial reclutamiento a las poblaciones.

Los resultados también revelan que la bromadiolona, incluso cuando se aplicaba en una superficie relativamente limitada y dentro de las madrigueras de los topillos, era capaz de llegar a la población de cernícalos de una zona con cajas nido para esta especie.

La investigación también destaca cómo también aparecieron casos de presencia de bromadiolona, con una prevalencia algo inferior, en una localidad donde también se habían instalado cajas-nido y donde no se había repartido el producto tóxico en 2014, lo que demostraría que la bromadiolona repartida en campañas anteriores se está usando irregularmente, sin que haya plaga; o ilegalmente para matar córvidos.

Pollos de cernícalo
Pollos de cernícalo - ABC

Por tanto, en su estudio los investigadores recogen que el reparto masivo que se viene realizando de este veneno desde 2007 conduce a problemas crónicos de mal uso del tóxico.

Se está usando de forma reiterada y masiva la bromadiolona en el medio agrario

En conjunto, el trabajo evidencia que la bromadiolona usada en medio agrario, incluso con medidas de mitigación de riesgo, es «potencialmente peligrosa para los depredadores allá donde se use, no sólo para el cernícalo vulgar, sino también para el amplio grupo de rapaces, carnívoros y otras especies de vertebrados que también se alimentan de topillos».

En este sentido, insisten en que su efecto podría estar siendo incluso contraproducente a largo plazo donde se esté usando de forma reiterada y masiva, porque acabará reduciendo las poblaciones de sus depredadores naturales.

Finalmente, los investigadores apuestan por seguir extendiendo el control biológico mediante la instalación de cajas-nido para cernícalos vulgares y lechuzas comunes en las áreas altamente deforestadas donde ocurren las plagas de topillos, una técnica que «se está extendiendo en varios países con problemas similares», recuerdan.

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