Desciende de forma alarmante el número de especies autóctonas que viven en los ríos

Mientras que aumenta la presencia de especies exóticas, alerta desde el Museo Nacional de Ciencias Naturales

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Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) y la Estación Biológica de Doñana (EBD), ambos del Consejo Superior de Investigaciones Científicos (CSIC), han comprobado que la contaminación por nutrientes, la salinización, el descenso del nivel y la ralentización del flujo de agua, así como la destrucción de la estructura de los hábitats fluviales, amenazan la diversidad de especies nativas.

Para paliar los efectos proponen, como medidas urgentes, mejorar la calidad del agua y restaurar los regímenes hidrológicos y, como estrategia complementaria, proteger los afluentes que todavía tienen comunidades nativas en buen estado de conservación.

En los últimos años el número de especies nativas que viven en los ríos ha descendido de forma alarmante, a la vez que aumentaba la presencia de especies exóticas.

«Hemos hecho una comparativa utilizando 20 indicadores, como las características de la fauna, la proporción de especies invasoras con respecto a autóctonas o si las especies autóctonas están en peligro de extinción, entre otros, que permiten valorar el estado de conservación. El objetivo era identificar qué variables ambientales influyen en el estado de conservación de las comunidades de peces autóctonos», explica el investigador de la EBD, Alberto Maceda.

Los investigadores han tomado datos en 530 puntos de ríos de 15 cuencas del noreste de España, unas pertenecientes a la Red Natura 2000, por lo tanto protegidas, y otras no. «Hemos querido hacer una comparativa que nos diera información de cómo están funcionando las áreas protegidas y conocer el estado de las diferentes comunidades de peces», explica Ignacio Doadrio, investigador del MNCN.

«Los datos nos indican que los afluentes son los tramos con comunidades nativas más prístinas y con un menor porcentaje de especies exóticas», explica Montserrat Vilà, investigadora de la EBD.

Proteger estos afluentes además beneficia a todo el ecosistema, ya que una población saludable de peces aporta beneficios al resto de la comunidad, como a los mamíferos que se alimentan de ellos y a las náyades (mejillones de agua dulce) que los necesitan como hospedadores de sus larvas para sobrevivir.

«Restaurar los cursos naturales y mejorar la calidad del agua debería ser una prioridad si deseamos detener la pérdida constante de especies mediterráneas de la que estamos siendo testigos», termina Doadrio.

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