Ballenas: aumenta la tasa de enredos letales en artes de pesca en el Atlántico

Los científicos creen, además, que aquellos episodios que no acaban con la vida de estos mamíferos están teniendo efectos en la salud física y reproductiva a largo plazo sobre sus poblaciones

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La mayoría de las grandes especies de ballenas amenazadas en el océano Atlántico están en jaque por el aumento de las tasas de enredos letales y debilitantes en artes de pesca.

Un estudio advierte, además, de una dramática disminución del 40% en las tasas de natalidad desde 2010. Cerca de 500 de esas ballenas francas del Atlántico Norte todavía sobreviven después de un periodo de dos décadas de crecimiento anual modesto, pero las nuevas tendencias emergentes ponen en duda la recuperación global de la especie.

Ésa es la conclusión de un nuevo estudio publicado en Frontiers in Marine Science por el doctor Scott D. Kraus, vicepresidente y asesor principal del Centro de Vida del Océano Anderson Cabot en el Acuario de Nueva Inglaterra, junto con investigadores de la Universidad de Rhode Island, el Centro de Estudios Costeros de Provincetown, la Universidad de Carolina del Norte, la 'Woods Hole Oceanographic Institution' y la Universidad de Duke, en Estados Unidos.

«Las ballenas francas necesitan una intervención inmediata y una gestión significativa para reducir la mortalidad y las lesiones de las artes de pesca», sugieren los autores. «Los gestores necesitan conocer mejor las causas de la reducción de los nacimientos antes de que la especie pueda considerarse en el camino de la recuperación. Si no se actúa hacia esta nueva información, se producirán nuevos descensos en el número de esta población y aumentará su vulnerabilidad a la extinción», han añadido.

Desde 1935, cuando la ballena franca del Atlántico Norte se acercaba a la extinción y la caza de ballenas de la especie se volvió ilegal, las ballenas francas se recuperaron hasta alcanzar un número de cerca de 295 ballenas vivas en el año 1992. Entonces, la cifra de ballenas se incrementó en alrededor de un 2,8%, con un estimado de 500 ballenas francas en 2010.

Sin embargo, el número de crías que nacen cada año se redujo de forma drástica en los siguientes cinco años. «¿Por qué? Tenemos un par de fuertes sospechas, pero no hay nada confirmado», ha reconocido el doctor Kraus, apuntando que algunos datos sugieren que, además de la mortalidad directa por enredos, episodios de enredos no letales están teniendo efectos en la salud física y reproductiva a largo plazo sobre las ballenas francas.

Los enredos se están convirtiendo en el asesino más frecuente de las ballenas: 4,3 ballenas mueren cada año por esta causa desde 2009 a 2013, de acuerdo con datos de 2015 del Servicio Nacional de Pesquerías Marinas.

Las ballenas francas del Atlántico Norte pueden estar en apuros más que otras ballenas francas en todo el mundo, puntualizan: «Aquí, están creciendo a sólo entre un 2 y un 3% al año en comparación con de 6 a 7% en otras regiones».

Otra información muestra que las especies presas han ido cambiando debido al clima y los cambios del medio ambiente, lo que podría hacer más difícil que las ballenas francas se alimenten adecuadamente.

Por último, existe cierta preocupación sobre el potencial de las consecuencias de larga duración de un evento de enfermedad en la década de 1990. El doctor Kraus y otros científicos de ballenas están estudiando todas estas áreas.

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