Inyecta CO2 en la atmósfera que rodea a las plantas hasta alcanzar una concentración específica
Inyecta CO2 en la atmósfera que rodea a las plantas hasta alcanzar una concentración específica - MNCN
DENUNCIA DEL CSIC

La falta de financiación paraliza un proyecto español pionero en el mundo que mide el impacto del cambio global en humedales

La instalación, ubicada en Las Tablas de Daimiel, es la primera a nivel internacional de emisión de dióxido de carbono abierta para simular los efectos del aumento de CO2 en estos ecosistemas

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Investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN) y del Real Jardín Botánico (RJB), ambos del CSIC, entre otras instituciones, acaban de publicar un trabajo en el que explican los detalles y el funcionamiento de la primera instalación en el mundo de emisión de dióxido de carbono (CO2)abierta para simular el impacto que tendrá su aumento en los humedales ubicada en el Parque Nacional Las Tablas de Daimiel.

Este tipo de instalaciones, conocidas como FACE por sus siglas en inglés (Free-air CO2 enrichment), inyectan CO2 en la atmósfera que rodea a las plantas hasta alcanzar una concentración específica del gas en un área determinada sin necesidad de aislarla. A diferencia de lo que ocurre en los sistemas cerrados, es posible simular unas condiciones ambientales más próximas a la realidad, ya que los experimentos están expuestos a todo lo que ocurre en la naturaleza.

En la actualidad el sistema emite dióxido de carbono hasta alcanzar una concentración de 550 ppm (miligramos por litro de atmósfera) de CO2, la concentración de este gas que se prevé habrá en la atmósfera en 2050, frente a los cerca de 400 ppm que hay hoy.

FACE: se han probado en bosques y cultivos

Para lograr mantener de manera continua esa concentración de CO2 en un espacio abierto, la instalación consta de un sistema de válvulas, sensores y reguladores controlados por un ordenador. Gracias a un algoritmo industrial que tiene en cuenta la velocidad y dirección del viento así como las mediciones previas (los sensores miden la cantidad de CO2 más de 80 veces por minuto) entre otros parámetros, el ordenador determina la cantidad de CO2 que hay que inyectar y desde dónde. «Este tipo de instalaciones se han probado en bosques y cultivos agrícolas pero esta es la primera vez que se hace en un humedal», explica Salvador Sánchez-Carrillo, investigador del MNCN y responsable de la instalación.

Las parcelas tiene 3,5 m de diámetro y en ellas crece carrizo, Phragmites australis, una planta acuática de la familia de las gramíneas muy extendida en los humedales de todo el mundo. Junto a las seis parcelas con ambiente controlado se estudian otras tantas de iguales dimensiones que sirven de control. Los investigadores miden los cambios en la biomasa, en la fisiología así como las variaciones en la actividad de los microorganismos del suelo y en los residuos vegetales.

Los científicos planean el proyecto en dos fases: en la primera quieren analizar cómo afecta el aumento de las concentraciones de CO2 y en la segunda relacionarlo con el aumento de la temperatura, obteniendo información para el diseño de estrategias de gestión ambiental que permitan la conservación de los humedales ante el cambio global.

Un año sin resultados

«Gran parte del valor de este tipo de investigaciones reside en la observación a largo plazo pero, lamentablemente, el proyecto ha dejado de tener financiación y solo hemos podido obtener datos durante 2012 y 2013. Llevamos un año parados y si la situación no cambia y no logramos esa continuidad, habrá que empezar de nuevo», lamenta el investigador.

En la misma línea el grupo de científicos advierte: «Después de un ingente esfuerzo, la falta de financiación trunca este experimento pionero y la posibilidad de estudiar las consecuencias del aumento de la concentración de CO2 en la atmósfera en los humedales. Solo conociendo estos efectos pueden desarrollarse las medidas necesarias para que nuestros humedales tengan un futuro a pesar del cambio global que ya se está dejando notar».

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