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La moderna tecnología del automóvil puede angustiar al conductor

Un conductor percibe y gestiona mucha información en plena marcha. Al mismo tiempo, debe entender el funcionamiento de los modernos sistemas de apoyo incorporados en los coches. Pero la simbiosis de unos y otros no siempre es fácil

Madrid Actualizado: Guardar
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El portal Circula Seguro, patrocinado por Michelin y Fundación Mapfre, recuerda que la salud y la concentración al volante han de ser compatibles para asegurar una marcha segura. Sin embargo, a menudo los avances tecnológicos derivan en una complejidad que no siempre beneficiosa para el usuario.

En este sentido, el uso excesivo de las tecnologías de la información pero también su rechazo pueden empeorar u obstaculizar el manejo de un vehículo al provocar estrés o extremada confianza. De ahí la importancia de controlar la situación con nuestro conocimiento, dominio, experiencia y saber estar.

Los avances en seguridad activa y pasiva del automóvil son cada día más sofisticados, pero al mismo tiempo más complejos. Y la falta de formación y el desconocimiento de lo nuevo pueden aumentar la siniestralidad vial, al contrario de lo que se supone debería suceder.

Es el caso de sistemas como el AEB o frenada de emergencia autónoma, el BLIS o detector de obstáculos en los ángulos muertos, la detección de señales de tráfico (normalmente, de prohibiciones), el eCall, el ESP o control electrónico de estabilidad, el aviso de pérdida de carril LDW (con o sin intervención sobre el volante), los sensores de aparcamiento o los sistemas de visión nocturna, son parte de los elementos que poco a poco se han abierto paso en los vehículos modernos y que debemos conocer para, una vez actúan, evitar sobresaltos.

Ánimo alterado

Por otra parte, la cantidad de datos que podemos visualizar y tener en cuenta durante la conducción puede fatigarnos y, lo que es peor, distraer la atención al ocuparnos simultáneamente de todo ello. La información recibida en poco tiempo genera momentos de saturación y bloqueo, y puede derivar a un estado emocional inquietante e inseguro si obliga a tomar varias decisiones a la vez. Concudir exige un nivel de concentración adecuado a las circunstancias y cualquier segundo que reste atención puede suponer una detracción en el tiempo de reacción u originar una maniobra evasiva errónea ante un imprevisto.

El ritmo cardíaco, la respiración y el grado de concentración, tras sufrir un brote de estrés o ansiedad, puede afectar al conductor hasta hacerle perder el dominio del vehículo. Por ello, si durante la conducción vemos que nuestro ánimo se ha visto alterado, notamos malestar físico o, simplemente, nos cuesta centrarnos en lo que hacemos es preferible aminorar la velocidad, buscar un lugar seguro y estacionar el vehículo hasta que pase el mal trago.

Además, si desconocemos cualquier avance, dispositivo o aplicación del vehículo, o dudamos sobre su funcionamiento, es preferible, antes de realizar cualquier desplazamiento, familiarizarnos con él y repasar el manual de instrucciones para concienciarnos y entender el modo en que actúa.

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