Las luces del coche, en plena revolución tecnológica

El alumbrado ya se adapta para evitar cegar al resto de actores de la vía. Los fabricantes pretenden que en el futuro sirva para anticipar qué hará el coche

El sistema Matrix de Audi adapta automáticamente la iluminación para evitar deslumbramientos
Unai Mezcua

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Cuando un periodista recordó a Thomas Alva Edison que había fracasado casi mil veces antes de desarrollar un filamento de carbono capaz de iluminar una habitación, el genial inventor no dudó en reconvenirle con una frase que aún sigue grabada a fuego en el imaginario de cualquier ingeniero, emprendedor o aventurero. «No fracasé. Solo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla».

Ciento treinta y siete años después de que el estadounidense patentara su creación más extendida –de las 2.332 que registró–, los fabricantes se afanan por seguir mejorando su legado. En automoción, los sistemas de alumbrado no se han quedado al margen de la revolución que está convulsionando al sector, ya enfocado en un futuro en el que el coche será capaz de conducir por nosotros. En ese futuro, las luces servirán más para informar al resto de actores de la vía de lo que hará el vehículo que para enseñar la ruta nocturna a un pasajero que, probablemente, estará más ocupado en consultar su teléfono móvil que en lo que suceda tras el cristal.

«Las luces ya no son para ver, sino para comunicarnos, y lo importante es que lo que comuniquen sea claro y sencillo, y que lo puedan entender niños y adultos en todo el mundo», explica César Muntada , jefe mundial de luces y ruedas de Audi A. G. Muntada es el responsable del innovador sistema de iluminación Matrix ya incorporado en varios modelos de la marca, que puede iluminar durante decenas de metros sin deslumbrar al resto del tráfico, creando zonas de sombra donde están los demás vehículos a la vez que muestra el resto del trazado. Muntada muestra algunos de sus últimos avances, aplicados en los dos últimos prototipos de la firma de los cuatro aros, el Elaine y el Aicon.

«El Elaine tiene un nivel 4 de autonomía –puede circular solo, pero únicamente en áreas acotadas–, por lo que aún necesita luces que nos ayuden a conducir. Sus faros emiten 1,3 millones de píxeles y se reflejan en 700.000 microespejos, que desvían la luz y permiten, por ejemplo, pintar un paso de cebra en el suelo, o proyectar la anchura del coche para ver si pasamos por un estrechamiento», explica Muntada. «En el Aicon, que es totalmente autónomo, las luces ya no son para ver, sino para comunicar. El coche nos dice lo que está haciendo y lo que va a hacer, como acelerar o frenar. También puede indicar zonas de peligro a otros vehículos, desde delante o desde detrás, porque aún ni siquiera sabemos en qué dirección irá el coche autónomo».

Luces láser del BMW i8

Doscientas fuentes de luz

Estas innovaciones están, por el momento, a varios lustros ser utilizadas a pie de asfalto, aunque la tecnología que ya emplean los vehículos de producción también resulta asombrosa. «Un coche moderno utiliza alrededor de 200 fuentes de luz», explica Antonieta Loureiro , CEO de Osram España. «Algunos de ellos utilizan espectros de luz invisible; por ejemplo, en los sistemas inteligentes para un análisis del entorno y detección de proximidad, así como para la supervisión del conductor».

Para el alumbrado, lo más utilizado sigue siendo las veteranas luces incandescentes, aunque ya están en peligro de extinción ante alternativas más eficientes, duraderas y potentes, como las luces halógenas, las luces led o los faros de Xenón. Pronto también estas se verán sobrepasadas por nuevas opciones, como los faros láser, que ya incorpora el BMW i8 y pronto ofrecerá el Audi A8. «El láser de impulso ofrece el haz más largo disponible actualmente, y por lo tanto una mejor visibilidad y mayor seguridad para el conductor en la carretera», dice Loureiro. «Es cinco veces más potente que las fuentes de luz convencionales, y tiene un alcance de hasta 600 metros». Una prueba más de que la industria sigue trabajando en el futuro de la iluminación, empeñada en demostrar que también existían otras 999 maneras de fabricar correctamente una bombilla.

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