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Coches con gafe y que fueron un fracaso comercial

La mala suerte persigue a algunos vehículos, aunque en su historial no aparezca ningún «martes 13»

MADRID Actualizado: Guardar
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Los mayores fracasos de la industria automovilística no lo son por ser malos productos, de hecho algunos son auténticas joyas sobre cuatro ruedas como el Bugatti Veyron. Lo son, simplemente, porque cada unidad le costó dinero a la marca en lugar de generar beneficios, por lo que determinados modelos se han convertido en auténticos «gafes» par las marcas.

Entre esos grandes fracasos, destaca el caso del mencionado Bugatti Vewiron. Volkswagen invirtió tanto dinero en el diseño del vehículo que las pérdidas se estiman que fueron superiores a los 1.704 millones de euros.

Otro gran fracaso fue el del Peugeot 1007, un pequeño e innovador monovolumen diseñado por Pininfarina, que incluía puertas laterales correderas. Pese al buen planteamiento del vehículo como coche urbano, no consiguió alcanzar la cuota de mercado esperada.

Quizá, su precio fuese algo elevado para conseguir el objetivo de vender entre 150.000 y 200.000 unidades al año. Durante el tiempo que se comercializó (2004-2009), cada uno de los 123.256 que se vendieron generó 15.381 euros de pérdida.

El siguiente modelo es el Renault Vel Satis, del que el fabricante francés vendió 64.018 unidades con un coste total de 1.198 millones de euros. Lanzado en 2001 fue la apuesta de Renault para entrar en el segmento premium con un modelo de lujo y diseño diferente. Durante los 8 años que estuvo en producción, solo en el segundo se acercó a la mitad de las 50.000 ventas planeadas y cada Vel Satis le supuso a Renault 18.712 euros.

Otro gran fracaso comercial fue la primera generación del Mercedes Clase A, cuya imagen nunca logró sobreponerse al incidente de su vuelco en la prueba del alce. Se comercializó entre los años 1997 y 2004 obteniendo unas ventas de 1.187.085 unidades, que fueron insuficientes para amortizar los 1.700 millones de euros invertidos en su desarrollo. Este monovolumen, fue el primero con tracción delantera de la marca y al finalizar su producción, cada Clase A le había costado a Mercedes 1.143 euros para dejar un resultado de 1.713 millones de pérdidas totales.

Gafes a lo largo de la historia

Aparte de «gafes» comerciales, otros coches pueden ser copnsiderados como tal por las funestas consecuencias que en muchos casos tuvieron para sus propietarios o conductores. Es el caso del coche con el que se mató James Dean o en el que murieron los Archiduques de Austria, tal y como nos cuenta José Antonio Roldán, responsable del programa radiofónico «En la búsqueda».

James Dean estrenó su Porsche Spyder el 21 de septiembre de 1955 y dos días más tarde, al coincidir con Alec Guinness en un restaurante, le enseñó su nueva adquisición. El vidente británico le dijo que coche le parecía «siniestro», y que no debería conducirlo, porque podría acabar muerto en una semana. Y así sucedió. Un gafe que perswiguió a este modelo incluso después de la muerte del actor, ya que los restos del coche fueron comprados por George Barris, que lo trasladó a s8 taller con la intención de reconstruirlo. Pero, al montarlo en una plataforma, el coche se cayó sobre uno de los mecánicos y le rompió las dos piernas. El coche fue desguazado y sus piezas vendidas, provocando de nuevo accidentes y percances en los coches a los que fueron a parar.

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Respecto a la limusina en la que fallecieron los Archiduques de Austria, se trataba de un Graef und Stift. Dudurante una visita a Sarajevo Francisco Fernando de Habsburgo fue asesinado, un suceso que desencadenaría la I Guerra Mundial. Tras este percance el vehículo inició su carrera de mala suerte. Primero lo compró un militar bosnio que poco tiempo después murió en un accidente a bordo del vehículo. El siguiente propietario fue un médico yugoeslavo, que adquirió el coche y poco después falleció tras volcar. Milagrosamente el coche permaneció intacto. Tiempo después la limusina, paso a manos de un coleccionista que se suicidó meses después. Años más tarde lo adquirió un corredor de apuestas que también murió al poco tiempo en un accidente.

Otra leyenda sobre una posible maldición afecta al mismísmo constructor de coches Ettore Bugatti, que jamás se recuperó de la muerte de su hijo, sobre todo porque había soñado con el accidente en el que perdió la vida.

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