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El «coche del Titanic» vuelve a funcionar en Bilbao

Un Brush D.24 de 1909 que debería haber viajado en el famoso trasatlántico se pone de nuevo en marcha tras ser restaurado

MADRID Actualizado: Guardar
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Es conocido como «El coche del Titanic», aunque evidentemente, nunca llegó a viajar en el famoso barco. Tiene ya 108 años de historia. Los tres últimos los ha pasado en un taller de restauración, en el cual ha recuperado todo su esplendor. Ahora, con el piloto Andrés Vilariño al volante, ha logrado arrancar y recorrer las calles de Bilbao.

Se trata de un Brush D.24 de 1909 fabricado en Detroit por los mismos diseñadores de Cadillac. El coche tiene una curiosa historia, ya que esperaba al Titanic en el muelle de Nueva York, donde debería de haber embarcado en un viaje con destino a Southampton, en el sur de Inglaterra. Pero el Titanic nunca llegó a puerto, por lo que el coche se quedó en tierra y tuvieron que ser finalmente las bodegas del que era considerado su navío gemelo, el Olimpic, donde el auto realizase su periplo hacia el viejo continente.

En Europa se realizó su presentación y ha permanecido desde entonces, según cuenta a Efe el presidente de la Fundación Titanic, Jesús Ferreiro.

Esta joya de la corona, dotada de 10 caballos y capaz de alcanzar los 39 kilómetros por hora, trece más que el límite de la época, es protagonista de varias históricas 'primeras veces', pues fue el primer coche en el que se montaron amortiguadores, además del primero que condujo una mujer y que se empleó, sobre 1923, para recorrer Australia de punta a punta.

En estado de total abandono y casi desguazado, hace tres años que el automóvil llegó al taller mecánico de los hermanos Mena en Astigarraga (Bizkaia), donde «tras tener que meterlo a empujones, pues no arrancaba», este «capricho de la restauración» ha pasado todo este tiempo mientras los responsables de su puesta a punto «se rompían la cabeza», manifiesta Julián Mena.

A excepción de las aletas y los estribos, está fabricado en madera de acacia americana el chasis. y las ruedas, de olivo los ejes. Hubo de desmontarlo totalmente para «con mimo», ir montándolo después «tornillo a tornillo».

Aunque la Fundación Titanic adquirió el coche«sin saber que se trataba del mismo que viajó en las bodegas del Olimpic, hoy es el día en que, convencido, Ferreiro responde que «no lo vendería» cuando se le pregunta por el interés y las ofertas que ha podido recibir.

Hubo un francés que ofreció «una cantidad ridícula, ni el 10 % de lo que había costado la reparación», pero también un empresario mexicano «muy relacionado con los medios de comunicación» que llegó a ofrecer 210.000 dólares.

«Es lo máximo que nos han ofrecido, pero es que no lo podemos vender, aunque hubiese ofrecido 500.000», afirma Ferreiro, para bromear después con que, en tal caso, lo que hubiera hecho sería «llamar a Julián y sus hermanos para que le hagan una copia rápidamente».

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