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El Circuito del Jarama: Medio siglo de pasión e historia del motor

El autódromo, el primero de España, cumple medio siglo inmerso en unas ambiciosas obras de renovación

MADRID Actualizado: Guardar
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Era 1963 y España estaba en pleno proceso de motorización. El Seat 600, lanzado seis años antes y a la venta hasta 1973, estaba suponiendo una auténtica revolución. Era un coche accesible y versátil, perfecto para el día a día de un país que ya había superando la posguerra y se adentraba en una época de expansión. El automóvil era entonces más una herramienta o un transporte de lujo que un objeto merecedor de afición o, incluso, de pasión. Con intención de cambiar esta percepción, el RACE decidió construir un circuito de velocidad, el primero en España, en un terreno árido repleto de matojos en San Sebastián de los Reyes (Madrid).

El trazado fue impulsado por el entonces presidente del Club, el duque de Montellano, que encargó el diseño a John Hugenholtz, responsable también de los autódromos de Zandvoort, en Ámsterdam, y Suzuka, en Japón.

La construcción, en la que se emplearon más de dos millones de kilos de cemento y 4.000 metros cúbicos de grava, corrió a cargo de Alessandro Rocci, que cortó la cinta de inauguración el 1 de julio de 1967.

Comenzaba la edad de oro de este «monumento al deporte del motor», como lo califica Ramón Roca Maseda, autor de «El automóvil en la historia de España». En su trazado, entonces de 3.432 metros -aunque lo homologado por la FIA fue de 3.404- y hoy de 3.850, se han celebrado competiciones de todas las categorías, desde Fórmula 1, 2, 3 y 3000, hasta campeonatos del mundo, de Europa y de España de motociclismo, automovilismo, de turismos y de camiones. También se ha convertido en un lugar idóneo para presentaciones de vehículos, cursos de conducción y reuniones de clásicos, como la que se celebró el pasado mes de marzo, cuando ocho monoplazas de los 70 y 80 compitieron en un trazado que la F1 abandonó en 1981 por motivos técnicos y de seguridad. Pasó entonces el testigo a la nueva generación de autódromos, adaptados a la normativa internacional, como los de Montmeló y Jerez. Para el recuerdo quedaron carreras como la de Gilles Villeneuve y su Ferrari 126 (1981), aún remememorada con emoción por los que pudieron verla.

Mejora «sin deudas»

Aunque alejado, al menos por ahora, de la máxima competición, el Jarama sigue siendo todavía un templo para exprimir todo lo que lleve ruedas. Con el objetivo de mantenerlo plenamente operativo, el RACE está ejecutando unas profundas obras de mejora, que afectarán a todo el circuito salvo al trazado, de 12 metros de ancho. La primera fase, en la que se modernizó la torre de control y la zona adyacente, conocida como «paddock club», se terminó en octubre de 2015. En la segunda se harán modificaciones en la tribuna, que se ampliará cien metros, y en la última, que terminará en 2021, se construirá un museo de coches fabricados en España. Todo ello, «sin endeudamiento y sin solicitar crédito», como explicó con orgullo el presidente del RACE, Carmelo Sanz de Barros.

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