Prueba

Seat León TGI de 110CV: el gas, la mejor alternativa ecológica

Está impulsado por GNC, lo que le permite contar con la etiqueta ECO de la DGT y moverse libremente en días de restricción por contaminación

Unai Mezcua

El gas es la alternativa ecológica más asequible y más interesante actualmente para un uso diario, pero también la más desconocida. Penalizado por su mala fama en nuestro mercado durante años y por la carestía de puntos de recarga, por fin fabricantes y distribuidores han atrevido a proponer modelos interesantes y a potenciar la red de recarga. Una de esas interesantes alternativas es la gama GNC de Seat , formada por alternativas propulsadas por Gas Natural Comprimido de los vehículos de la marca, por lo que reciben la etiqueta ECO de la DGT .

Detalle de consumos

Esta gama incluye versiones propulsadas por gas de todos los vehículos de Seat, incluyendo su estrella, el Seat León. Un coche que hemos probado con motorización 1.4 de 110CV alimentada tanto por el gas como por gasolina, cuando el primero se acaba. Esa es precisamente la gran ventaja de los vehículos de GNC y GLP (Gas Licuado del Petróleo): si tienen gas, funcionan con este combustible, más barato -el kilo ronda los 92 céntimos, frente al 1,15 del litro de gasolina en las fechas de la prueba- y mucho menos contaminante que el diésel o la gasolina, pero si se quedan sin él automáticamente pasan a alimentarse del depósito de gasolina.

Los dos sistemas, indicados en el cuadro

En concreto, nuestra unidad montaba dos depósitos: uno de gas natural de 15 kilos y otro de gasolina de 50 litros. Ambos se suman, lo que garantiza al coche una increíble autonomía, superando los 1.000 kilómetros Dos indicadores en el cuadro muestran el nivel de uno y otro combustible y, salvo durante el arranque, el funcionamiento es con gas de forma automática hasta que nos quedemos sin él.

Las dos boquillas, para gas (izquierda) y gasolina (derecha)

El depósito de gas se halla ubicado en el maletero, que pierde por ello 100 litros en comparación con las versiones de gasolina y diésel del León. Se ubica en el hueco que ocuparía la rueda de repuesto, sustituida en nuestra unidad por un kit antipinchazos. Para su recarga, una toma instalada junto a la boquilla del depósito de gasolina permite insertar el boquerel correspondiente, que se enchufa a presión. El proceso de recarga requiere un tiempo ligeramente superior al llenado de un depósito de gasolina, pero mucho menor que, por ejemplo, la carga rápida de un vehículo eléctrico.

Al volante, y aunque sobre el papel -y en un banco de pruebas- el motor rinde algo menos con gas, a la hora de la verdad la diferencia es prácticamente inapreciable. De hecho, la motorización de 110CV del León garantiza brío de sobra con uno y otro combustible para cualquier usuario con unos hábitos normales de conducción.

El depósito se ubica en el hueco de la rueda de repuesto, bajo el suelo del maletero

Por lo demás, es remarcable la perfecta integración de los dos combustibles en el León, algo que se realiza en la propia línea de montaje. No solo por los indicadores de la capacidad de uno y otro, sino porque los datos de consumo son ofrecidos por la propia electrónica del coche, permitiendo ver en cada momento el ahorro realizado al emplear el gas.

El maletero prácticamente no pierde capacidad

En nuestro recorrido de prueba, de 150 kilómetros , todos ellos realizados con gas salvo el período necesario para el calentamiento del sistema -apenas unos segundos-, el consumo ha sido de 5,3 kilogramos a los 100. Un consumo bastante bajo a pesar de que éste es ligeramente superior cuando se emplea gas que cuando se usa gasolina.

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