Ford Edge: genética 100% americana

Un vehículo adaptado a los europeos que busquen un vehículo amplio con el que disfrutar de la conducción en trayectos largos

El Ford Edge no puede negar sus genes 100% americanos. Es un vehículo pensado para estadounidenses -que gustan de coches grandes- y adaptado a los europeos que busquen un vehículo amplio con el que disfrutar de la conducción en trayectos largos. Con sus casi cinco metros de longitud (4,808 metros) y una anchura que supera los dos metros (2,184 metros con los retrovisores) está claro que su terreno no es el urbano, pero eso no quiere decir que no de un magnífico comportamiento cuando nos sumergimos en el tráfico de la ciudad.

El Edge da lo mejor de sí mismo en carretera, terreno en el que lo hemos probado (cerca de 1.000 kilómetros rodado con una climatología bastante complicada). El motor 2.0 TDCi (210 CV) mueve al coche con agilidad , a lo que ayuda mucho la transmisión automática –suave y rápida-. Su control de estabilidad diluye su imponente tamaño y desde el volante se mantiene la sensación constante de control sobre el vehículo a pesar de enfrentemos a curvas con ángulos de giro cercanos a los 360 grados. Aunque cuenta con un sistema de tracción total, no está orientado a un uso intensivo fuera del asfalto pero su altura libre respecto al suelo -20,3 centímetros- le permite circular por caminos fáciles con menor riesgo a dañar los bajos del vehículo.

Dispone de un amplio abanico de ayudas a la conducción, como el asistente de colisión frontal con frenado automático de emergencia , el sistema de cambio automático de luces cortas y largas, detector de fatiga del conductor, sistema de reconocimiento de las señales de tráfico, detector de vehículos en el ángulo muerto , programador de velocidad activo, sistema de aparcamiento semi-automático y alerta por cambio involuntario de carril, entre otras. A la hora de aparcar una ayuda fundamental es la cámara delantera que proporciona una vista de 180 grados y que resulta muy útil en las maniobras de aparcamiento (no olvidemos que estamos hablando de un coche de casi cinco metros de longitud).

Uno de los aspectos más sobresalientes del Edge es el silencio con el que circula. Tanto el ruido que proviene de la rodadura como del motor son poco perceptibles y únicamente el provocado por el aire en contacto con la carrocería se nota un poco más al circular a velocidad elevada. Para conseguirlo, Ford incorpora un sistema de cancelación de ruido y unos cristales delanteros laminados.

El consumo de combustible es contenido siempre que se circule a un ritmo moderado.

También puede tener un limitador de velocidad inteligente, un sistema que utiliza la información recogida por el sistema de navegación y el de reconocimiento de las señales de tráfico para adaptar el límite de velocidad fijado por el conductor al máximo de la vía por donde se circula.

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