Imagen del puesto de conducción del M6 Gran Coupé. Familiarizarse con todos sus mandos y reglajes requiere un periodo de adaptación.
Imagen del puesto de conducción del M6 Gran Coupé. Familiarizarse con todos sus mandos y reglajes requiere un periodo de adaptación.

BMW M3 y M6 Gran Coupé, cuestión de tamaño

¿Qué lleva a alguien de una economía suficientemente desahogada a adquirir un capricho como el M3? ¿Y como el M6 Gran Coupé? Pues, sin duda, un afán de conducción bastante extrema aderezado por prestaciones de primerísimo nivel. Nuestros protagonistas saben mucho de ello, aunque como veramos, pagar más, incluso el doble, no supone necesariamente llevarse a casa la respuesta más radical

e. cano
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Son automóviles bastante radicales, nacidos para satisfacer las ansias de clientes que saben lo que llevan entre manos, en ocasiones porque han competido o han sido profesionales de las carreras, y casi siempre porque atesoran una incuestionable aptitud y pericia a los mandos. Y es que la exigen, y mucha, cuando la idea es sacarles, si no todo, sí buena parte del «jugo» que atesoran.

Hablamos en esta ocasión de los BMW M3 (alternativa sedán a su «alter ego» coupé M4) y M6 Gran Coupé (datos técnicos entre paréntesis en la ficha sobre estas líneas), que acercamos como paradigmas de la deportividad en la firma de la hélice. Gracias a sus cinco asienos y cuatro puertas, su funcionalidad es similar a la de cualquier sedán del marcado; por cierto, algo que no viene nada mal para uso cotidiano o al salir a cenar con amigos.

En la misma línea cabría añadir el M5, del que por cierto el M6 Gran Coupé (véase vídeo) toma su plataforma y parte de arquitectura, aunque hemos optado por el aspecto aún más deportivo del último.

Precisamente, se corona como el «no va a más» en la oferta de la poderosa berlina coupé germana, aunque su paso por M, división deportiva de BMW, pone las cosas de manera que, en la práctica, sus más de 5 metros de largura y casi 2 toneladas lo transforman en una 'pluma'.

Propulsión

Sí, porque hablamos de un modelo de 560 CV y 680 Nm todo empuje, asociado a un cambio auto secuencial de doble embrague DKG con levas de volante (común al M3) y recorridos muy ajustados. Sprinta como un demonio y aún sin molestar brama permanentemente si se acelera con decisión. Anda y mucho, y transmite sensaciones rapidísimas, muy directas. A las primeras de cambio, circula con toda naturalidad a 180 km/h antes de «entrar en materia», de modo que si bien tolera una conducción sosegada, aquellos que piensen estrujarle, ojo, que lo hagan con habilidad y sentidos a tope.

La tracción es trasera (propulsión), aunque la batería de asistentes electrónicos a la conducción facilita que, dejando todo conectado y en su sitio, el coche vaya sobre raíles si acompaña el sentido común, dentro de los límites de la física. Como apunte, los 9,9 l/100 km de promedio anunciados por el fabricante bávaro se convierten, como por arte de magia, en 14,8 l/100 km de media real. Algo que por otra parte no debe suponer problema a quien pueda desembolsar los más de 150.000 euros de un modelo que implica un seguro anual superior a 2.000 euros y que «devora» neumáticos a razón de 275 euros cada goma posterior. ¿Más «azúcar»? Sus fabulosos y mordaces frenos opcionales carbocerámicos cuestan lo que un utilitario: unos 11.000 euros...

Eso sí, el producto deleita los sentidos, con una calidad extraordinaria y detalles tan curiosos como su fino techo de CFRP (plástico reforzado con fibra de carbono, interiormente rematado en Alcántara negra), para reducir peso y centro de gravedad. En cuanto a prestaciones, la velocidad, libre de trabas impuestas por la electrónica, superaría con creces los 300 km/h, como anticipa un empuje de ciclón reflejado en los pírricos 4,3 segundos que requiere para lanzarse desde parado y hasta 100 km/h.

Sentarse a los mandos y hacerse a su despliegue requiere la paciencia de aprender a manejar con soltura un smartphone de gama Premium. Y es que el M6 Gran Coupé ofrece multitud de reglajes para modular desde la dirección a las suspensiones (de flexibilidad variable) o la respuesta del acelerador, pasando por el estabilizador DSC. Para ello, instala mandos de acceso directo, como el que permite variar la inmediatez del paso de marchas, o los pulsadores M a la izquierda del volante que insertan configuraciones propias de circuito.

Un dato interesante es que este «lobo con piel de cordero» permite viajar en excelentes condiciones a cuatro adultos con bastante equipaje, por largo que sea el trayecto. Es más, si no forzamos las cosas sus 80 litros de tanque deben permitir alrededor de 600 km de autonomía (unos 400 km el M3 con 60 litros de depósito).

A escala

Lo bueno de BMW es que, para quien no disponga del prespuesto que exige el M6 Gran Coupé pero quiera hacerse con un coche de semejante naturaleza, oferta el último M3, que viene a ser lo que el anterior, pero a escala.

Cuesta más o menos la mitad (el seguro a todo riesgo ronda 1.200 euros, y cada cubierta trasera, de medida 275/40 R18, por las delanteras 255/40 R18, sale por 220 euros), pero su amalgama de prestaciones no baja al 50%. El empleo de numerosas piezas de CFRP le hace más ligero que sus rivales directos, y mucho más que su contendiente en estas líneas, aunque en modelos que rebasan los 400 CV, ¿qué más da?

Disfruta, como todo buen BMW que se precie, de un óptimo reparto de peso entre ejes, aunque su robusto bastidor y el afinado chasis, junto a la consabida batería de ayudas a la conducción, han de hacer horas extra cuando, incluso en tercera, se acelera sin piedad. Y es que el M3 es todo un aparato, muy «burrote» y, de nuevo, exigente: completa el 0 a 100 km/h en una décima menos y alcanza los 250 km/h electrónicamente limitados de aquel.

Su abrumador propulsor 3.0 biturbo de 6 cilindros en línea y 431 CV ruge y no desfallece en ningún punto del cuentavueltas, a cambio de promedios reales en la barrera de los 12 l/100 km. De hecho, con 550 Nm de par límite adelanta en un abrir y cerrar de ojos, hasta con marchas largas engranadas. La opción de Chasis M adaptativo (2.342 euros) dulcifica la reacción de su firme suspensión para viajar en compañía de mejor modo; también puede llevar frenos cerámicos (unos 9.000 euros).

Por refinamiento va a la par (como por la oferta de reglajes y la modulación mecánicos), con asientos delanteros aún mejores (véase galería de imágenes), pese a que por ejemplo sus pilares no van, como en el M6 Gran Coupé, revestidos en Alcántara o que su ergonómico pero geométrico diseño interior sea muy parecido al de otros Serie 3. Y en cuanto a espaciosidad, evidentemente es menor (4,67 metros de largo), pero no por mucho, de modo que una vez más permite alojar a cuatro adultos de talla media sin mayor pega.

Puesto que no se trata de un análisis comparativo al uso, no elegiremos entre M3 y M6 Gran Coupé. Eso sí, con casi toda seguridad los conductores más experimentados se harán antes con el «pequeño», más «explosivo» por ligereza, dimensiones y agilidad, aunque por poco un paso por delante. Y eso que la relación entre peso y potencia favorece al grande: 3,5 frente a 3,8 kg/CV... En todo caso, el vasto saber hacer de BMW consagra una deportividad prácticamente calcada con independencia de formatos.

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