Un tupper con pollo sin etiqueta y sucio, alimentos en un patio a temperatura ambiente y la nevera, supuestamente de empleados, donde se encontró salsa caducada
Un tupper con pollo sin etiqueta y sucio, alimentos en un patio a temperatura ambiente y la nevera, supuestamente de empleados, donde se encontró salsa caducada - abc

Un restaurante de Tetuán, denunciado por tener comida caducada y suciedad

El ruido de un grupo pidiendo el aguinaldo provocó que fuera la Policía Municipal e interviniera sus productos

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La Policía Municipal de Madrid denunció el pasado fin de semana al restaurante dominicano La Casa del Mofongo, en el distrito de Tetuán. Los funcionarios llevaron a cabo una intervención por la llamada de un ciudadano protestando por la música que tenía este local de la calle Istúriz, número 8.

La Policía Municipal de Madrid hizo constar en su denuncia que había diversas irregularidades en cuanto a seguridad, higiene y salubridad. Fue necesaria la intervención cautelar de alimentos. Algunos, porque se encontraron caducados; otros, porque estaban almacenados en congeladores de manera deficiente, «sin etiquetado que detallase su fecha de envasado y caducidad», especifica el Cuerpo a través de un comunicado.

También había postres lácteos conservados «sin la temperatura adecuada», cubos de basura abiertos sin tapa, «ollas y sartenes sucias».

En un almacén se hallaron más productos alimenticios, algunos situados en el suelo junto a detergentes, productos de limpieza y ropas. Según los funcionarios, dicho espacio hacía también de vestuario del personal.

«Fue un abuso de autoridad»

Robinson, dueño de este establecimiento desde hace cuatro años, fue notificado de las diferentes infracciones administrativas que se extendieron. Este cocinero dominicano, afincado en Madrid desde hace 25 años, explicaba ayer a este diario que las denuncias se interpusieron cuando contestó a uno de los agentes. «Fue un abuso de autoridad lo que hicieron con el restaurante lleno. Se pasearon libremente por el salón entrando y saliendo al almacén y a la cocina; muchos clientes se sintieron incómodos y se fueron», afirma.

El ruido que ocasionó un grupo de personas pidiendo el aguinaldo dentro del local derivó en la llamada de un vecino alertando del exceso de ruido. La Policía llegó a las diez y media de la noche. Estaban llenos de clientes. «Les expliqué lo que había pasado, que nosotros no tenemos música, como pudieron comprobar. Vieron el extintor, que tenía vencida la caducidad, no puedo mentir, pero ya lo he arreglado. Me pidieron la documentación y mientras se la mostraba, uno de los policías empezó a echar fotos a todo», narra el propietario.

«Estás por joderme»

Entonces fue cuando le dijo al agente que esa inspección competía a Sanidad. «Parece que se ofendió y buscó todo tipo de detalles. Me contestó diciendo que podía entrar donde quisiera porque era policía», añade. Sobre la nevera fotografiada, este hombre asegura que es destinada a alimentos de los empleados. «Es cierto que había salsas cadudacas. No puedo mentir porque soy cristiano, pero eran de los trabajadores», asevera. Mostró una factura de todo el género que era del mismo día.

El ánimo se caldeó entre Robinson y uno de los policías. «Tú estás por joderme el negocio porque te corregí. Todo lo del patio es para tirar», le inquirió al agente cuando fotografiaba el patio del restaurante.

«Asumo el error del extintor, de las salsas caducadas, que no eran para los clientes, y que la carne había que ponerle la etiqueta. Pero la que se iba a cocinar en el día les enseñé la factura de las cantidades y la fecha. Eran del domingo», se justifica este hostelero.

Sin documentación de los trabajadores

El titular del negocio no presentó el recibo del contrato obligatorio de seguro; tres extintores del local tenían la revisión caducada desde hace seis meses y uno de ellos estaba vacío; el certificado de desratización y desinfección detallaba una superficie de 40 metros cuadrados, muy inferior a la del local, y, al ser requerida la documentación relativa a su puesto de trabajo y a los de los cuatro empleados, Robinson no lo aportó, ni el ingreso mensual de estas personas.

En las redes sociales, este restaurante recibe buenas críticas de los usuarios. Sus dueños aseguran que tienen casi 5.000 clientes aficionados a sus especialidades dominicanas. Argumentan que para ellos «la limpieza y la higiene es muy importante»,

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