Uno de los tramos más comerciales de la céntrica calle Ancha con Roberto Verino cerrado (izquierda) y Ulloa Ópticos.:: L. V.
CÁDIZ

El local de Óptica Malet cierra sus puertas tras cumplir casi un siglo

La necesidad de rehabilitar la finca, ya sin vecinos en los pisos superiores, motiva la marcha

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Un negocio pasa el rubicón y accede al triunfo cuando convierte su nombre particular en marca que denomina a todo un producto. A escala nacional hay muchos ejemplos. En España, el pan de molde es pan Bimbo, al margen de su fabricante concreto. No hay crema de avellanas, sólo existen tipos de Nocilla y todo bollo redondo con un agujero en medio es un Donut, aunque ese nombre esté registrado para un solo productor. Cuando un empresario logra esa victoria, que hasta a los productos de la competencia les llamen como a los suyos, ha llegado a un escalón que le mete en la memoria colectiva, en el imaginario popular.

A la modesta escala local, Malet alcanzó ese logro. Cuando un árbitro no veía un claro penalti a favor del Cádiz o alguien no devolvía un saludo por la calle, durante décadas, en esta ciudad, se mandaba al desconsiderado o al colegiado a esa óptica con cualquier frase que formar un chascarrillo. A pesar de que hay otro negocio centenario, prestigioso y activo, aún en manos de la misma familia, como Ópticas Iglesias, con sede central en Sacramento, la sonoridad del apellido de origen francés y la publicidad lo convirtieron en un símbolo. Ese icono se cae, para siempre. Óptica Malet, que en realidad forma parte de la serie de tiendas Ulloa Ópticos tras cambiar de propiedad en 1996, cierra sus puertas definitivamente. Tardará unos días, quizás dos semanas, pero ya está en liquidación irreversible y sus cuatro empleados en el local de la calle Ancha han recibido el aviso oficial.

El motivo, en este caso, no es un descenso de ventas o la omnipresente crisis. En este episodio se unen varias cuestiones. La principal es que el Ayuntamiento ha ordenado, por seguridad, una reforma integral de la finca. Ulloa es el único propietario porque los pisos superiores están vacíos, así que debería correr en solitario con el gasto de la rehabilitación. No le interesa y se marcha.

Ese cierre provoca dos situaciones. La primera es melancólica, quizás histórica en pequeño formato: el negocio de la fotografía y la óptica en Cádiz pierde uno de sus escenarios fundamentales. El local que echa la baraja para siempre es una óptica, al menos, desde 1925 según confirma José Álvarez Portillo, apasionado recopilador de la historia del comercio gaditano y autor de varios libros especializados.

Antes de ser Óptica Malet, desde principios de la década de los 50, fue Óptica Marín desde algún momento entre 1920 y 1930, con lo que sumadas esas dos etapas con la actual aparecen casi 90 años de un negocio que han conocido hasta cinco generaciones de gaditanos. La segunda consecuencia es contemporánea y económica. Dos de las esquinas mejor ubicadas y teóricamente más cotizadas del casco antiguo (Ancha con Sagasta) quedarán inactivas y cerradas. Además de Ulloa Ópticos, Roberto Verino cerró sus puertas hace dos meses. Dos páramos en mitad de la teórica primera calle comercial de la ciudad. La situación puede ser momentánea. En el caso del último inmueble, existe un proyecto ya en marcha entre los propietarios de la pastelería La Belle de Cadix y el hotel Hospedería de Las Cortes para abrir una cafetería en ese establecimiento. La fecha estimada de inauguración es octubre.

Buena parte de estos recuerdos, y los de los otros tres negocios centenarios con la misma actividad ininterrumpida en Cádiz (la cuchillería Serafín, regalos Casa Durán y Óptica Iglesias) formarán parte de la exposición temática que Álvarez Portillo prepara para septiembre, con el respaldo de la asociación de comerciantes Cádiz XXI.