CÁDIZ

Venezuela quiere seguir con Navantia pero en los astilleros caribeños

La empresa española entrega en Puerto Real el último barco al Gobierno de Chávez y se queda la planta vacía y sin carga de trabajo

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Casi ocho años de presencia venezolana en la Bahía han dado para mucho, entre otras cosas, para aprender la dinámica y el sistema de trabajo de los astilleros gaditanos. Ayer por la tarde se entregó el séptimo y último barco a la Armada de Venezuela durante un acto militar que tuvo lugar en la factoría de Puerto Real. El Gobierno de Hugo Chávez ha recibido al patrullero 'Kariña', que forma parte del contrato suscrito en 2005 entre Venezuela y España para la construcción en la Bahía de tres barcos de vigilancia de litoral (BVL) y cuatro patrulleros oceanográficos (POV). El acuerdo incluía además la construcción en el astillero caribeño de Dianca, en Puerto Cabello, de un cuarto barco de vigilancia, lo que completaría el contrato de ocho unidades por una inversión superior a los 500 millones de euros. El acuerdo ha tocado su fin en la Bahía y ahora queda rematar en Venezuela la cuarta unidad por transferencia tecnológica. Es decir, los ingenieros españoles son los encargados ahora de supervisar y formar a los técnicos venezolanos en la construcción de este barco.

El contrato con Venezuela fue el impulso definitivo que recibieron los astilleros después de la última reconversión naval que acabó con Izar y alumbró a Navantia en 2004. La ceremonia vivida ayer en Puerto Real tuvo un trasfondo de continuidad de las relaciones comerciales entre ambos países, pero desde otro plano menos interesante para la Bahía. Tanto el comandante jefe, Diego Alfredo Molero, como el embajador de Venezuela en España, Juan Bernardo Álvarez, fueron muy claros en los mensajes que dirigieron a las autoridades políticas españolas presentes ayer en el astillero gaditano, entre ellas, el director general de la SEPI, Francisco Ruiz Jiménez. Tanto el embajador como el comandante coincidieron en señalar y exaltar las necesidades de Venezuela en materia naval y, al mismo tiempo, destacaron que el aprendizaje tecnológico durante estos años ha sido muy fructífero en la Bahía y es hora de aplicar esta formación en los astilleros venezolanos. El embajador, pese a todo, destacó que se abre ahora un amplio abanico de posibilidades para seguir las relación con Navantia, «pero es una cuestión entre ambos gobiernos». En este sentido, Juan Bernardo Álvarez señaló el potencial de Venezuela como exportador de petróleo y la necesidad del país en la construcción de barcos quimiqueros y gaseros. El embajador insistió en fortalecer las relaciones bilaterales mediante el respeto mutuo.

Por su parte, el contralmirante Gerson Padrón, máximo responsable militar de la misión venezolana en la Bahía durante los últimos ocho años, también aludió en su discurso a la necesidad de cooperación entre ambos países para continuar con nuevos programas navales. De hecho, la dirección de Navantia celebra esta mañana una reunión con representantes venezolanos para trazar una hoja de ruta de cara a nuevos acuerdos.

La salida del 'Kariña' deja al astillero de Puerto Real completamente vacío y sin carga de trabajo. El presidente del comité de empresa, Ramón Linares, que también asistió ayer al acto de entrega del buque confía en que Venezuela siga apostando por Navantia. De momento, no hay nada más con este país a corto plazo. Linares emplazó a los gobiernos de ambos países a entablar contactos para lograr acuerdos, algo que corroboró el director general de la SEPI, Francisco Ruiz Jiménez, que reconoció las nuevas oportunidades que se abren.