Suecia. El precio de la mejor suit del Jumbo Hostel -un Boeing 747-200 totalmente acondicionado- es de 160 euros la noche.
Sociedad

Una noche rara, rara, rara

Los hoteles excéntricos proliferan por todo el mundo: tuberías, perros gigantes o ataúdes

MADRID. Actualizado: Guardar
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Al matrimonio de artistas formado por Dennis Sullivan y Francis Conklin, de Cottonwood (Idaho, EE UU) se le habría podido ocurrir mil formas de homenajear a sus dos perros beagle, Toby y Sweet Willy, pero optaron por la más excéntrica. Su ocurrencia vio la luz hace una década: un hotel en forma de dos mascotas gigantes que responde al nombre de Dog Bark Park Inn junto a la autopista. El establecimiento es un referente de la arquitectura popular americana de carretera y ofrece por 69 euros bastantes comodidades: aire acondicionado, microondas, frigorífico, libros, puzles... Todas menos dos: ni teléfono ni televisión.

Las rarezas hoteleras proliferan en todas partes. No tienen por qué ser caras, aunque también las hay imposibles para el bolsillo; ni incómodas, pese a que algunas dan dolor de espalda con solo mirarlas. Ahí van dos propuestas de estas últimas para masoquistas que estén planificando sus próximas vacaciones. Si van a Austria, en el municipio de Bottrop-Ebel, se encuentra Dasparkhotel, una iniciativa que surgió como un proyecto creativo y que abre sus puertas de mayo a octubre. Para los que ven el vaso medio lleno: está en medio de un parque, junto al Danubio y se paga la voluntad. Los del vaso medio vacío solo verán que no tiene cuarto de baño (para ello, diríjanse a una estación de servicio cercana) ni restaurante. Y lo que es aún peor, la habitación es una tubería de drenaje. Tal cual.

Para quienes visiten Holanda, otra propuesta surgida como proyecto creativo, aunque esta sí es de pago. La estancia (60 euros la noche) es una cápsula de supervivencia de intenso color naranja, utilizada en sus orígenes en una plataforma petrolera. Se puede encontrar en La Haya, aunque ya se diseñan cubículos similares en Amsterdam y Nantes. Absténganse claustrofóbicos: las habitaciones del Hotel Cápsula tienen 4,25 metros de diámetro y están preparadas para acoger a tres inquilinos.

En el extremo de las extravagancias inasequibles se encuentra el Poseidon Undersea Resort, en Fiji, que ofrece una experiencia increíble: dormir a 12 metros bajo el mar en una isla privada por 22.000 euros la noche. Quienes se lo puedan permitir, disfrutarán de suites de paredes y techos de cristal con vistas a las entrañas del océano Pacífico. El recinto, que tiene ahora mismo bloqueadas las reservas, incluye la opción de celebrar bodas en una capilla submarina. Para acceder no es necesario ponerse el traje de neopreno, basta con coger un ascensor en el muelle.

A más profundidad y en Suecia, la antigua mina de plata del municipio de Sala, en la costa oriental, es hoy en día una residencia (hotel Sala Silvermine) cuyo plato fuerte es una cavidad a 155 metros bajo tierra por 440 euros la noche. Al menos, se descansa en una cama. En el Propeller Island City Lodge, en Berlín, por 115 euros se tiene derecho a un ataúd para sentirse como un vampiro. No es la única propuesta de este establecimiento alemán, que también ha diseñado una cama voladora, un granero, una celda con agujero en la pared para poder escapar... y así hasta completar 45 experiencias, que de entre 69 y 190 euros.

Lo de sentirse como un reo debe de ser una fantasía turística recurrente. Son varias las ofertas disponibles. También en Alemania y bajo el lema «su experiencia es nuestro placer», se encuentra el Hotel Alcatraz, una antigua prisión en Kaiserslautern. Rodeada de altos muros, tiene suites (140 euros) pero también celdas (60 euros) para una aventura inolvidable. Similar origen aunque concepto más lujoso también se localiza en Boston. El Liberty Hotel, con más de 120 años de pasado carcelario, mantiene barrotes, cerrojos y galerías tras una remodelación moderna y no apta para todos los bolsillos: desde 300 euros por habitación doble.

Inspirado en el Boca Juniors

Más opciones por tierra, mar y aire. Por tierra y en el continente americano, se puede optar por dormir entre bloques de sal en la localidad boliviana de Colchani (Luna Salada, desde 100 euros); hacerlo en una plaza de toros en México, en Quinta Real Zacatecas (1.800 euros la opción más barata); rememorar a Maradona en el Hotel Boca Juniors en Buenos Aires, inspirado en el mítico club de fútbol (202 euros la habitación clásica); o entre hielo en el Hotel de Glace en Quebec (120 euros por persona), aunque para este último apenas queda tiempo: las instalaciones se cierran el 30 de abril para derretirse.

Por mar, el Salt & Sill (180 euros por persona) no es aconsejable para sensibles al mareo. Este hotel flotante está en la localidad sueca de Klädesholmen y sus creadores, Susanna y Patrick Hermansson, lo idearon como una forma de ganarle espacio al agua allí donde no sobra la tierra firme. Y si es por aire, no hace falta moverse demasiado. También en Suecia está el Jumbo Hostel, un Boeing 747-200 de dos pisos con 25 habitaciones y cafetería. Los precios oscilan desde los 40 euros, si se comparte habitación con otras tres personas, a 160 si se quiere más intimidad. Un aviso, volar no vuela.

Pero por más excepcionales que sean, ninguna propuesta tan exclusiva como ésta: todo el personal del hotel a su servicio. Está en París, en la Rue Flatters y el hotel se llama One by the Five: una sola habitación de 45 metros cuadrados de cuidada decoración futurista por 600 euros la noche. Una rareza para sentirse único.