La jerezana Mamen Sánchez y el diputado Félix Larrosa, que también persiguió al ladrón. :: L. V.
Jerez

Un pizzero recupera el bolso que le acababan de robar a Mamen Sánchez

Lo logró tras una persecución en Madrid en la que también participaron un turista americano y el diputado catalán Félix Larrosa

JEREZ. Actualizado: Guardar
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La diputada nacional y portavoz adjunta del PSOE en el Congreso, la jerezana Mamen Sánchez, vivió el martes una noche que difícilmente olvidará. Reconoce que hubo momentos en los que tuvo la sensación de estar viviendo una película en primera persona. Y no solo por el robo de bolso que sufrió en un restaurante de Madrid, sino por los acontecimientos que se sucedieron inmediatamente después.

Todo se precipitó sobre las diez y media de la noche. Sánchez estaba cenando con Félix Larrosa, un compañero diputado, también del PSOE, en su caso por la provincia de Lérida. Eligieron un restaurante próximo al Congreso que ella frecuenta bastante. No pensaban prolongar demasiado la velada, solo lo justo y necesario para terminar de preparar un viaje a la provincia catalana que la jerezana debe realizar hoy.

No había mesa libre, así que ambos tuvieron que conformarse con un espacio compartido con sillas altas, cada vez más de moda en algunos locales modernos. El poco sitio del que disponían lo acaparaban los platos que habían pedido -ella, una hamburguesa- y un buen puñado de papeles y documentos de trabajo. Y ésa fue la razón por la que Mamen Sánchez puso su bolso, «bien amarrado», en un taburete.

Entonces llegó un desconocido que no dudó en sentarse en el mencionado taburete. Se puso a mirar la carta, dando a entender que era un cliente decidiendo qué pedir. A la diputada jerezana y a Félix Larrosa les llamó la atención, pero al menos ella no le dio demasiada importancia, por lo que siguió conversando con su acompañante.

Al cabo de unos minutos, el extraño cliente dejó la carta y se levantó. Pero un gesto con sus manos extrañó al catalán, que en ese momento se apresuró a preguntarle a Sánchez si le faltaba algo. Ella se dio cuenta de que su bolso ya no estaba en el taburete. El individuo salió entonces corriendo y Larrosa y la jerezana hicieron lo propio detrás de él.

En la misma puerta del restaurante, el ladrón se topó con una pareja que en ese momento entraba. Casi chocaron. Se percataron de que se trataba de un ladrón que huía tras cometer un robo y él, un estadounidense de unos 40 años llamado Wayne, no dudó en sumarse a los dos diputados en la persecución.

Mamen Sánchez desistió enseguida de continuar con la carrera, apenas unos segundos después, al darse cuenta de que se había dejado el teléfono en el restaurante. «Cuando me percaté de ello, ni bolso ni nada, lo que más me preocupó fue el móvil», relata. No en vano, en el mismo figuran los números de todos sus contactos, entre ellos ministros y altos cargos del Gobierno y de otras administraciones.

En moto

Continuaron solos con la persecución del ladrón, por tanto, Félix Larrosa y Wayne. Aunque no tardó en sumarse una tercera persona: un repartidor de pizzas de un establecimiento cercano. Tampoco dudó en seguirle, en este caso con su moto.

Mientras, Sánchez permanecía en el interior del local, respirando aliviada tras comprobar que su móvil estaba allí. Aprovechó para llamar al Congreso y preguntar a los responsables policiales qué debía hacer, si denunciar en ese momento o hacerlo ya por la mañana.

Unos minutos después llegaron Wayne y Félix Larrosa con las manos vacías y visiblemente contrariados. No pudieron dar caza al delincuente. La diputada, ya mucho más tranquila, les dijo que no se preocupasen, que ya había anulado las tarjetas de crédito, e invitó a su compañero a terminar de cenar.

Pero apenas pudieron dar dos bocados. Fue el tiempo que tardó en hacer acto de presencia el repartidor. Le pidió a Mamen Sánchez que la acompañase fuera. La llevó hasta el lugar donde tenía aparcada la moto. Abrió el compartimento donde guardaba las pizzas y sacó un bolso. «¿Es el suyo?», le preguntó. Y, efectivamente, lo era.

Había logrado dar caza al ladrón y arrebatarle uno de los dos bolsos que llevaba encima -al parecer, había robado otro, además del de Sánchez-. Solo le faltaban una tarjeta de crédito y 50 euros.

Todo se quedó, por tanto, en un susto al que la víctima prefiere no dar más importancia. Prefiere quedarse con el ejemplo que supusieron las reacciones de su compañero, del turista americano y, sobre todo, del repartidor. Este último, obviamente, se marchó con una merecida propina.