CARTAS AL DIRECTOR

La misa de las familias

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Un año más (y van cuatro consecutivos), el cardenal de Madrid Rouco Varela ha convocado a los cristianos de España y de Europa a la misa de las familias en la plaza Colón en Madrid. Un año más, ha contado con el apoyo de Benedicto XVI. Un año más, el apoyo incondicional de Kiko Argüello y de otras organizaciones católicas de signo muy conservador. Un año más, el gran espectáculo político-religioso de oposición frontal a las leyes del Gobierno porque, según Rouco, «el aborto, los matrimonios de homosexuales y la eutanasia son manifestaciones de una gran crisis social de proporciones mucho mayores que la crisis económica». Ya no nos extraña que, una vez más, nuestra jerarquía se alíe con las fuerzas de derecha para combatir al Gobierno socialista. Y es que las elecciones municipales y autonómicas están cercanas y los obispos siempre están dispuestos a echar una mano para que entre a gobernar quien mejor puede velar por sus intereses. Aunque el número de asistentes no llegó a los 100.000, no cabe duda que fueron muchos los miles de asistentes que apoyaron la convocatoria. Hay que dejar constancia que quienes allí estaban no eran los creyentes de todos los signos y tendencias. Sólo los católicos tradicionales. Allí no estaban los cristianos que apoyamos todas las formas de familia que hoy se dan en nuestra sociedad y que las respetamos: familias de homosexuales, de parejas de hecho, de divorciados vueltos a casar, entre creyentes de distintas religiones o no creyentes, de madres solteras y con hijos etc... Todas son formas de familias igualmente válidas y respetables. Tampoco compartimos el mensaje que allí se transmitió, centrado casi exclusivamente en la oposición al aborto, a las parejas homosexuales, a la eutanasia... Tan solo unas breves líneas para aludir a la crisis económica y al paro de muchas familias. Y es que los obispos no se quieren dar cuenta de que nuestra sociedad ha evolucionado muchísimo. Que existen formas de familia plurales. ¿Es necesario movilizar a miles de personas para esto? ¿Gastar tanto en este tipo de actos? ¿Por qué no dejar que cada obispo celebre en su diócesis la Fiesta de la Sagrada Familia como mejor considere? Por eso, aunque asistieron muchos miles de cristianos, muchos miles más decidimos no participar en ese triste espectáculo. Porque pensamos que, sencillamente, actos como estos sobran.