Los caballos fueron, de nuevo, la gran atracción del recorrido hasta lo más alto del cerro. :: C. C.
SAN FERNANDO

San Servando y San Germán regresan a la cima de su martirio para celebrar el Día del Cerro

La ciudad recupera la fiesta olvidada de sus copatronos y confirma su popularidad en un espacio reformado y adaptado para la ocasión

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Castañas asadas, nueces y piñones. El otoño llega a San Fernando con el Día del Cerro en el que los copatronos de la ciudad, San Servando y San Germán regresan al monte donde fueron degollados, pero en esta ocasión para sentir el fervor y la devoción de los vecinos. Una romería que poco a poco va recuperando el auge que tenía y que perdió con el paso de los años, incluso dejó de ser la fiesta local (que se trasladó al 24 de septiembre). Una estampa bien distinta a la que se pudo observar ayer en el Cerro de los Mártires, un espacio totalmente remodelado y que colgó el cartel de 'completo' ante la cantidad de isleños que acudieron a su cita con la tradición.

Las nuevas barbacoas que se han instalado en el lugar estuvieron custodiadas, desde bien temprano, por turnos de guardia que reservaban el mejor sitio a sus familias. Sillas de playas, mesas plegables, neveras repletas de bebidas y grandes bolsas llenas de patatas, tortillas y bocadillos. Una gran carga que cada uno llevaba como podía y siempre con una mano libre con la que agarrar a los más pequeños. Todos disfrutaron de una jornada de convivencia en la que el tiempo acompañó y permitió que las actividades se llevaran a cabo sin incidencias. Pasadas las diez y media de la mañana las tallas de San Servando y San Germán salían de la parroquia del Buen Pastor, escoltadas por una veintena de caballistas y carruajes, ya que como en los últimos años la asociación Hípica La Isla no faltó para dar color al evento. Pocos fueron los que decidieron acompañar en el camino a los Santos, para ir directamente a darles el encuentro a su llegada a la ermita. Allí les esperaba la Virgen del Carmen que la noche anterior llegó procedente del muelle de Gallineras en una procesión de antorchas

El momento más emotivo fue el encuentro en la cima del Cerro de todas las imágenes, con las salineras como cargadoras, participando de forma activa en la jornada. Tras el esfuerzo y la misa tocaba el disfrute. Hasta que tocó la hora de marcharse, dejando tras de sí el humo y el olor de las castañas asadas.