Jueves, 13 de septiembre de 2007
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El centro, bajo las aguas
Una vez más, la zona comercial más importante de la ciudad quedó anegada debido a una hora de lluvias torrenciales, que causó inundaciones en tiendas y bares
El centro, bajo las aguas
AYUDA. Un municipal, achicando agua en la tienda de Mango.
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El auténtico caos en el que quedó sumida ayer Jerez por las precipitaciones torrenciales encontró su más vivo ejemplo en pleno centro histórico, que ofreció durante toda la mañana imágenes dantescas. La estampa de un auténtico río discurriendo con una fuerza inusitada y arrastrando lo que encontraba a su paso desde Porvera hasta el final de la calle Honda quedará en la retina de muchos, que se preguntaban cómo puede anegarse totalmente el corazón mismo de una ciudad de 200.000 habitantes en pleno siglo XXI.

A las diez de la mañana, y después de horas de lluvias y tormentas, los comerciantes, hosteleros y empresarios del casco histórico se temían lo peor. Hacía menos de dos semanas habían visto cómo sus establecimientos se indudaban debido a otra jornada de fuertes lluvias, pero el panorama ayer pintaba aún más negro. La última tromba de agua, que comenzó pasadas las diez y media que no cesó hasta casi una hora después, provocó una auténtica marea en las principales vías del centro comercial, imposible de absorber por las alcantarillas y los conductos de saneamiento.

En la calle Porvera, la fuerte corriente arrastró contenedores, papeleras, sillas y mesas de los bares y restaurantes y hasta algún coche, entre los muchos que se habían quedado atrapados y cuyos conductores intentaban desesperadamente una vía de escape.

Los viandantes, entre ellos muchos turistas, se resguardaban donde podían, muchos de ellos echando mano de las cámaras de fotos y de los teléfonos móviles para inmortalizar el, cuanto menos, curioso espectáculo. Desde Lealas y Porvera, el río formado entraba en la calle Larga anegando los locales y cubriendo de agua la fuente de la Rotonda de los Casinos. Pero la peor parte, sin duda, se la llevó la calle Honda.

A esta zona no sólo llegó la inundación, sino también todo el barro, la vegetación y la suciedad que arrastraba la corriente, taponando por completo las alcantarillas y provocando que el agua entrara libremente en los comercios y alcanzara, en algunos casos, hasta un metro de altura.

A la altura de la calle Santa María, la riada sorprendió a un autobús urbano y un todoterreno, que ya no pudieron moverse hasta que dejó de llover. Entonces, pudo verse al delegado de Infraestructura, Antonio Fernández Ortega, recorriendo la céntrica vía para «ver cómo podemos echar una mano». Una de las tiendas más afectadas fue Mango, donde algunas empleadas comentaban que «nos llegó el agua por encima de la rodilla», por lo que operarios que trabajaban en la reforma de la calle Larga tuvieron que afanarse para achicar los litros y litros de agua acumulada.

Pero tras la tempestad, no llegó la calma, sino las fregonas, las escobas, los cubos y los recogedores, y las caras largas de hosteleros y comerciantes en el centro que, una vez más, vieron cómo la lluvia les aguaba el negocio.

evila@lavozdigital.es

 
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