Hergé, apodo del dibujante belga Georges Rémi, consagrado universalmente gracias a Tintín, el personaje que creó en 1929, habría cumplido cien años ayer. Padre del depurado estilo de la línea clara, este genial maestro del cómic evolucionó desde su radical conservadurismo católico a posturas más tolerantes, abonando una leyenda negra que salpicó al dibujante y al personaje. Un Tintín que recorrió los grandes acontecimientos de un siglo tan convulso como el XX. Nacía asqueándose de la mentira soviética y se despedía de sus lectores simpatizando con la guerrilla sudamericana, luciendo el anagrama de la paz y practicando el yoga.
Desde la muerte de su creador, hace un cuarto de siglo en su Bruselas natal, la veintena de aventuras de Tintín han seguido vendiéndose como rosquillas, a razón de tres millones de ejemplares al año. Pronto lo veremos en el cine de la mano de dos genios, Steven Spielberg y Peter Jackson, quienes preparan una trilogía. Más de 250 millones de ejemplares de las aventuras de Tintín se han vendido en todo el mundo en los 77 años de existencia del personaje. Han sido traducidas a 60 lenguas, incluidas el tahitiano y el esperanto, además del japonés, y sigue siendo la base de una próspera industria.
El Centro Georges Pompidou inició el año del centenario con una gran exposición en París y adelantándose a Bélgica, que tendrá su museo Hergé en 2009.
Una nueva casa
Precisamente ayer, Fanny Rodwell, la viuda del creador de Tintín, colocó la primera piedra del futuro Museo Hergé, que abrirá sus puertas en 2009 en la localidad de Lovaina la Nueva, informó la agencia estatal belga. El futuro museo, diseñado por el arquitecto francés Christian de Portzamparc, costará quince millones de euros, financiados enteramente por la Fundación Hergé.
La segunda esposa del creador subrayó que «la estética del museo se corresponderá con el estilo Hergé» y el espacio incluirá «las primeras obras de cómic del dibujante además de, forzosamente, mucho Tintín».
Toda Bélgica, patria del famoso dibujante, celebra estos días el centenario de Hergé con homenajes como la emisión de monedas y sellos conmemorativos, espectáculos musicales, frescos de Tintín en el metro y los trenes de alta velocidad, y exposiciones sobre su obra.
Barcelona, Québec, Estocolmo y Ginebra también han contribuido con sendas exposiciones y actos de homenaje dentro del llamado Hergé 007.