Lunes, 22 de enero de 2007
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Al séptimo día, el Xerez resucitó
El equipo de Pepe Murcia rompe la nefasta racha de derrotas gracias al triunfo ante el Sporting Los azulinos remontaron el primer encuentro de la temporada para salvar la cabeza de su técnico
Al séptimo día, el Xerez resucitó
DESTACADO. Abel Aguilar fue titular y uno de los más activos de la mañana. / JORGE GARRIDO
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Tan simple y a la vez tan complicado. El Xerez salió de la racha de resultados negativos sin hacer una gran fiesta de ello. Se dejó de perder, como una cosa habitual, como si se hiciera todos los días. Se volvió a ganar, como si ya tocara, como si ya supieran que lo iban a superar. Para comer hay que llevarse el alimento a la boca y para ganar hay que lograr que el balón cruce más veces la línea de gol en la portería rival que en la propia. Fácil. No hay más secretos ni vueltas de hoja.

Sin que pesaran las toneladas de estadísticas negativas que se habían acumulado durante los dos meses anteriores y remontando el primer encuentro en la presente campaña, el Xerez recobró ese momento de alegría que le acompañó al comienzo de la temporada. Dos goles en dos momentos claves devolvieron las vidas de los azulinos a la belle epoque. Aquella en la que los muchachos de Pepe podían agolpar los puntos para subir a la zona más alta de la clasificación, en la que jugaban y correteaban sin la presión de una grada tensionada que destituye al entrenador y dicta los jugadores que deben saltar al tapete de juego.

Resurrección

Los azulinos han vuelto a esa bella época coincidiendo con la incursión en el equipo de Abel Aguilar. En Soria algunos pequeños ramalazos y destellos dejaron ver la visión de juego del colombiano, que ve un poco más allá que el resto de los mortales con botas. Ayer pocos jugadores podían decir que habían tocado la bola mejor que Abel. Junto con Arruabarrena iniciaban la presión antes de que Roberto pusiera el cuero en movimiento. Tuvo criterio cuando tuvo que distribuir, habilidad cuando se vio obligado a mantener la posesión e incluso pegada en las acciones en las que trató de buscar puerta. Murcia lo volvió a colocar por detrás de Arruabarrena. El técnico cordobés apostó por casi la misma alineación que en Los Pajaritos -Bajic aparecía en lugar de Pedro Largo-. Llena de hombres de músculo y escasa de improvisación. Moreno se situó por delante de los centrales, y Medina estaba más cerca del colombiano que del propio capitán. Por delante, Arruabarrena, que en el segundo minuto gozó de una clara ocasión para adelantarse. El origen de la resurrección azulina nació con fuerza, procurando que la tragedia no se cebara de manera definitiva con ellos. Por veces goteo y por veces en catarata, las ocasiones surgían en la portería que defendía Roberto. El gol no llegó a calar y de repente, sequía. Rodado Domínguez marcó libre indirecto dentro del área en lo que sería una especie de penalti con barrera. Cuando Julio Iglesias vio el disparo de Barral el cuero ya estaba tocando el fondo de su portería. Los fantasmas volvían a ponerse las sábanas y las tinieblas los arrastraban hasta Chapín. El equipo quedó en shock, sin pulso. La imagen del infatigable Vicente Moreno rendido e impotente sobre el prado tras perder un balón en el inicio de la jugada, era muy sintomático. Con sesenta minutos por delante, el Xerez se sentía perdido, derrotado y casi descendido. El populacho pedía la cabeza de Murcia, reclamaba la presencia de Camuñas y cargaba contra el de siempre, contra un Ismael que -otra vez- fue el mejor. Los sportinguistas tuvieron a los xerecistas doblados y moribundos, esperando la estocada final. Golpe que no llegó.

Psicológico

Sobre la campana y con acento colombiano llegó el gol de la reacción, la clave del partido. Aguilar asistió para que Arruabarrena empatara justo antes del descanso. Por aquello de la psicología, Pedro Ríos empujaba el balón logrando el dos a uno nada más salir del vestuario. Por Jerez gusta lo épico, por ello reservaron la primera de las remontadas para el día de la resurrección. Fuera angustia, fuera nervios y dentro goles. Mendoza cerraba el encuentro con el tercero, de penalti. Tras más de quinientos cincuenta minutos sin lograr marcar, se clavaron tres.

 
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