Sábado, 25 de noviembre de 2006
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Jerez
De la bodega al residencial
Esta zona ha dejado atrás su pasado vinícola para transformarse en una pujante calle comercial llena de viviendas de los pulmones económicos que posee la ciudad
De la bodega al residencial
TRANSFORMACIÓN. El paisaje tradicional de las bodegas de Pío XII ha variado con el paso de los años por la construcción de nuevos pisos.
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No muchos jerezanos sabrán ubicar en un mapa a bote pronto la calle María Antonia de Jesús Tirado. Pero si se menciona Pío XII, de repente nos viene a la cabeza un tranquilo barrio residencial situado en las faldas de la calle Medina, a un salto de piedra del centro histórico, que durante mucho tiempo fue paso obligado para acceder al centro desde los nuevos barrios edificados a lo largo de la entonces carretera, hoy avenida, de Arcos.

A mediados de la década de los ochenta, la construcción del viaducto de la avenida de la Paz, que conectó directamente Martín Ferrador con Madre de Dios, supuso la demolición de grandes cascos de bodega pero también liberó de parte de su tortura circulatoria a María Antonia de Jesús Tirado, cuyo cruce con la calle Arcos era escenario de monumentales embotellamientos.

Los orígenes de este barrio se remontan a la década de los cincuenta, cuando se decidió comenzar a urbanizar una zona ocupada por la entonces esplendorosa industria bodeguera. Soto, Cantos-Ropero, Vergara Gordon so el taller de Aurelio Madroñal son algunas de las firmas que ya sólo figuran en el recuerdo de los vecinos, fruto de la piqueta y el crecimiento de Jerez.

Aunque algunos restos han quedado como el casco donde se encuentra el Bingo Jerez, o el que alberga una conocida firma de supermercados, la fisonomía de la calle ha variado drásticamente en los últimos años.

La transformación no ha terminado, como se puede comprobar en la esquina con la calle Medina, una labor que ha permitido repoblar una zona algo solitaria, que fue bautizada de una manera simbólica.

Fruto de la peculiar y aislada situación política que atravesaba el país en aquellos años, la barriada recibió el nombre del Papa Pío XII, que firmó con el Estado franquista el histórico Concordato con la Santa Sede.

Acuerdo histórico

Pese a que en el laicista siglo XXI pueda parecer insulso este tratado, se trata de un acuerdo que regulaba las estrechas relaciones entre España y la Iglesia Católica, y que supuso la apertura de la dictadura de Franco al mundo tras años de aislamiento y bloqueo a causa de su pronunciamiento contra el gobierno legítimo de la Segunda República.

La firma del concordato se agregaba a la proclamación tres años antes del Dogma de la Inmaculada Concepción por parte del mismo santo padre, lo que supuso. además de ser el germen de una de las vacaciones más esperadas por los españoles, que se produjera por todo el país una auténtica fiebre por nombrar como Pío XII a barriadas, colegios, avenidas, calles y plazas de todo tipo de pelaje.

Como no podía ser menos en este ambiente tan diocesano, el vial que surgió de esta nueva barriada no podía tomar el nombre de un impío. Por ello, se eligió a María Antonia de Jesús Tirado fundadora de las Dominicas del Santísimo Sacramento, que en Jerez rigen el colegio del Beaterio, junto a la Santa Iglesia Catedral.

A pesar de estas denominaciones tan religiosas, también hubo hueco en esta calle para ocupaciones más mundanas, como bien señala Álvaro Vergara, que presume de haber fundado en esta calle allá por el año 1974 el Pub Castelao, el primer bar de copas moderno que abrió sus puertas en la ciudad.

Mutación

Con el paso de los años, el juvenil y ruidoso Pub Castelao derivó en el tranquilo Bar Castelao, centrado ahora en surtir de desayunos y tapas a los numerosos empleados de los comercios de alrededor.

«Uno ya era más viejo y no tenía edad de estar toda la noche por ahí», relata Álvaro Vergara, que recuerda que decidió embarcarse en la aventura del pub porque le gustaba la música y tenía «la ilusión de montar un negocio de hostelería».

Enrique Peña es uno de los asiduos de Castelao, tanto en la modalidad de pub como en la de bar. «Entonces yo no conocía a Álvaro y recuerdo que se estaba muy bien porque había un grupo cantando casi todas las noches noches».

A pesar de que ya no le acompañan las actuaciones en directo y que el local ha menguado, el mono Castelao, el emblema del establecimiento, sigue colgado de una pared acompañando a Álvaro cuando está al otro lado de la barra. «En estos años ha cambiado mucho y las nuevas casas le ha dado más vida; ahora vivimos aquí los privilegiados de Jerez», manifiesta el propietario de Castelao.

Otro de los negocios emblemáticos de esta calle es El Motorista, implantado aquí desde hace más de tres décadas, y que es una referencia en el mundo del motor de Jerez, una ciudad que siempre ha sido muy aficionada al mundo de las dos ruedas.

En las afueras

«Llevo más de treinta años en la empresa, aunque no siempre en esta tienda», señala Juan Calvo, dependiente de la tienda, que surte no sólo de vehículos nuevos sino también de piezas para talleres independientes.

«La demanda ha cambiado mucho porque antiguamente, las motos se utilizaban para trabajar en el campo y actualmente es para disfrutar de ellas», relata Calvo, que recuerda que cuando la firma se instaló en el local «Pío XII era el extrarradio».

Pero si hay un local reconocido en esta calle es El Pollo Dorado, que desde 1993, ha logrado popularizar la venta de comida preparada aunada con las recetas tradicionales de la ciudad y que ha venido al rescate de multitud de familias de Jerez, sobre todo en festivos y fines de semana.

Nuevos negocios

La pujanza que está viviendo este barrio en los últimos años está atrayendo a nuevos negocios a la zona como la innovadora tienda sobre juegos de mesa y de rol que regenta Fernando Rosillo. «No es la zona de las más caras dentro de lo que es el centro y a la vez tiene mucho tráfico, por lo que me pareció ideal para este tipo de comercios», señala este joven que ha sabido plasmar en un negocio la afición que sentía desde pequeño a los juegos de mesa.

«Quiero ofrecer aquí toda la felicidad que he tenido cuando era más joven», insiste Rosillo, uno de los últimos en llegar a esta céntrica y discreta calle, por la que casi todos los jerezanos han circulado sin reparar en ella.

 
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