Domingo, 3 de septiembre de 2006
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JEREZ

crísis política en el ayuntamiento
El acto de la memoria histórica acaba en bronca
Pacheco se marcha durante la intervención de la alcaldesa Pilar Sánchez fue abucheada por un grupo de asistentes
El acto de la memoria histórica acaba en bronca
DOLOR. Durante la mañana se vivieron momentos de gran tensión. / JORGE GARRIDO
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Berlanga, con su particular sentido para distorsionar la realidad y la historia sin llegar a manipularla, hubiera disfrutado como un niño pequeño con la secuencia kafkiana que se vivió ayer en el Alcázar. El acto, que a priori prometía ser un ejercicio de reivindicación, consenso y convivencia de las fuerzas progresistas de la ciudad, largamente enfrentadas por el reciente devenir de la política local, acabó como el Rosario de la Aurora.

El sainete (a medio camino entre el vodevil barato y el crudo esperpento) contó con todos los alicientes para arrasar en taquilla: dos asociaciones que defienden los mismos objetivos, pero que se enfrentan, solapadamente, por cuestiones formales y espirituales; dos socios de Gobierno que se asocian y se disocian tres veces por semana; un grupo de apocalípticos del sistema que aprovechó la coyuntura para montar su ruidoso número en escenario aparte; y un puñado de ciudadanos comprometidos con la causa de la memoria histórica que, embargados por la confusión, miraban de un lado a otro sin entender muy bien qué estaba pasando, pero que aplaudían alternativamente cada punto y cada set del partido dialéctico que jugaban unos y otros ante la estupefacción general.

De entrada, Pedro Pacheco, en el papel de damisela ultrajada, con la plana mayor del PSA, se subía por las paredes tras comprobar que las invitaciones repartidas por la Asociación de la Memoria Histórica y Justicia de Andalucía en Cádiz contaban con el aval del Ayuntamiento, materializado en el aporte impreso del logo municipal. «Nos han tomado el pelo», murmuraba en corrillo con Antonio Sánchez, Julio Román y Raúl Ramírez. «Esto es un acto del PSOE», matizaba otro alto cargo de la jerarquía andalucista, que pensaba que el monolito «no tiene licencia». A pesar de lo evidente de su enfado (ajetreo telefónico, gestos de ofuscación, idas y venidas para convenir la consigna), el teniente de alcalde no quiso hablar a la prensa y delegó en Raúl Ramírez. «Nos hemos encontrado con que este acto no ha sido organizado por la Asociación de la Memoria Histórica de Jerez, que ha sido dejada de lado, y estamos ante algo partidista, del PSOE, por lo que nos vamos a mantenernos en un segundo plano, respetuosamente», señaló el portavoz adjunto. «Este no es un acto del Ayuntamiento», apuntilló, «no nos confundamos». Además definió la iniciativa como «una burla a tantas personas que llevan mucho tiempo moviendo este tema para que el pueblo de Jerez recuerde».

Julio Román, secretario local del PSA, fue todavía un poco más allá: «Estamos presentes aquí, pero quizá engañados por la circunstancias de la memoria histórica y la confusión entre asociaciones convocantes». Román consideró que se había perdido «una ocasión extraordinaria para hacer un homenaje en el que todos los jerezanos pudiéramos participar, ya que, si hacemos una foto fija nos daremos cuenta de que aquí lo que está es el PSOE». Además, acusó a la alcaldesa de «haber montado todo este número para hacerse la foto», aunque «seremos respetuosos y esperamos que algún momento pueda celebrarse este acto con la colaboración de la asociación de la Memoria Histórica Jerezana». «No vamos a participar en esta pantomima». Tanto fue así que, justo cuando Pilar Sánchez comenzaba su intervención, todo el PSA, con Pacheco a la cabeza, enfiló cuesta abajo la calle y abandonó el Alcázar. Para colmo, un nutrido grupo de personas que protestaba por la incoherencia de los poderes públicos, «que mantienen la estatua de Primo de Rivera en El Arenal mientras participan en eventos de reivindicación de la memoria histórica», boicoteó la intervención de Sánchez gritando sus consignas. Hubo codazos en la valla de protección. Luego sonó el himno de Riego.



 
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