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Lunes, 10 de julio de 2006
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Jerez
Un mes de julio que cambió la historia
La ciudad de Jerez sólo pudo resistir 24 horas al alzamiento del general Francisco Franco
Un mes de julio que cambió la historia
BANDO DE GUERRA. Fusilamientos en la localidad de Puerto Real en julio de 1936. / LA VOZ
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Hay que volver la mirada atrás de vez en cuando para recordar nuestra intrahistoria y no volver a repetirla nunca jamás. No hay que olvidarla porque precisamente nos llevaría a reincidir en uno de los peores episodios de nuestra España en un siglo convulso y que recordaremos por otros enfrentamientos bélicos de relevancia y de resultados desastrosos.

En este mes de julio se cumple el septuagésimo aniversario del golpe de Estado de 1936, una sublevación militar de distintos sectores del Ejército español que intentó hacerse con el control del Estado y derrocar al Gobierno frentepopulista, legítimamente y democráticamente constituido tras las elecciones de febrero de 1936.

LA VOZ se puso en contacto con Alberto Pozo, Licenciado en Historia por la Universidad de Sevilla e historiador de la Asociación Memoria Histórica y Justicia de Andalucía de la provincia de Cádiz (AMHyJA-Cádiz), para que nos relatara las horas previas y las posteriores sobre el alzamiento nacional en Jerez y en otras poblaciones de la provincia.

Nos cuenta Alberto Pozo, con los datos que ha recabado para la asociación, que el «golpe de Estado fracasó en un principio».

Después de varios días de enfrentamientos, violencia y confusión entre el 18 y el 21 de julio de 1936, las principales ciudades e instituciones del Estado permanecían bajo control del Gobierno republicano. A pesar de ese control gubernamental, entre finales de julio y comienzos de agosto de 1936 se fueron perfilando dos bandos repartidos en distintos territorios del Estado. «Ni el Gobierno republicano era capaz de reducir a los golpistas, ni éstos lograban destruir la legitimidad republicana en los principales centros del Estado». Comenzaba la Guerra Civil Española.

En Jerez de la Frontera, el líder de los sublevados era el comandante de Caballería Salvador Arizón, que al menos desde el 17 de julio de 1936 había iniciado los movimientos previos para que Jerez fuera una ciudad dominada por los sublevados.

«Mientras que los militares golpistas y las fuerzas derechistas civiles, sobre todo falangistas y carlistas jerezanos, se preparaban para secundar el golpe, las autoridades civiles, partidos y sindicatos obreros permanecían confusos y desorientados ante el desarrollo de los acontecimientos sin articular una línea de actuación que impidiese el triunfo de los sublevados en Jerez y su comarca».

Fue en la tarde-noche del sábado 18 de julio de 1936 cuando se activó el golpe de Estado en Jerez de la Frontera. Los sublevados, civiles y militares, comenzaron a concentrarse en el antiguo cuartel de Caballería de la calle Taxdirt, hoy desaparecido y que tras el triunfo de los sublevados se le denominó Miguel Primo de Rivera.

Oficialidad y tropa del cuartel y del Depósito de Recría y Monta, falangistas, carlistas y elementos derechistas de la ciudad salían desde el cuartel en automóviles y camiones aplicando de forma efectiva las órdenes del comandante Arizón: ocupación del Ayuntamiento y de las instalaciones de Radio Jerez, despliegue de patrullas civiles y militares por las calles de Jerez, control de los accesos a la población y declaración del Estado de Guerra en toda la ciudad.

«Si exceptuamos algunos enfrentamientos aislados en los barrios obreros de Jerez, podemos concluir que en las últimas horas del 19 de julio de 1936 los golpistas controlaban la ciudad y la II República dejaba de existir en Jerez», asegura el historiador de la asociación.

Jerez de la Frontera pasó a convertirse en una ciudad de retaguardia dentro del contexto general de la Guerra Civil Española.

La ciudad quedó bajo mando castrense y se constituyó un nuevo Ayuntamiento el 28 de julio de 1936 por iniciativa militar.

«Pero, para lo que ningún jerezano o jerezana de la época estaba preparado era para la brutal represión que se inició a los pocos días del triunfo de los golpistas en Jerez», narra Alberto Pozo.

Pocos podían imaginar el sanguinario proceso represivo que se alargó durante la guerra y la posguerra por la geografía andaluza y española y que en Jerez comenzó con la disolución de partidos e instituciones que habían sido leales a la República.

El paso siguiente fue la detención de los líderes y militantes de formaciones republicanas y obreras, así como la aplicación del Bando de Guerra, esto es, el fusilamiento sumario de un número aún no clarificado de personas, en diferentes puntos de nuestra ciudad y su campiña (el Alcázar, la plaza de toros, el cementerio, la Sierra de San Cristóbal, etc).

Hasta aquí los hechos expuestos de forma muy breve, casi tan breve como las investigaciones existentes respecto a esta cuestión.

La Guerra Civil Española continúa siendo uno de los grandes silencios del imaginario colectivo jerezano. Para muchos fue un mal sueño que en la actualidad provoca miedos y el dolor de viejas heridas, que a veces degenera en polémicas y discusiones enquistadas, especialmente cuando se combinan con la ignorancia que, desgraciadamente, sigue siendo una constante habitual respecto a este tema y a muchos otros de la Historia de Jerez.

La sociedad jerezana debe ser valiente y generosa para mirar su pasado, conocerlo, apreciarlo y valorarlo, y esto sólo se puede conseguir mediante la investigación histórica, la reflexión intelectual y la divulgación universal de la realidad de nuestra Historia.

El conocimiento general es la solución polivalente que puede evitar la pervivencia de tópicos ignorantes o la ruina de nuestros edificios históricos.

Por ello, a Jerez, en lo público y en lo privado, le pedimos que apoye y fomente iniciativas como la que representa la Asociación Provincial para la Recuperación Histórica y la Justicia en Andalucía (AMHyJA-Cádiz), porque así la Historia de Jerez será la de todos y todas, cualquier jerezano podrá conocerla, disfrutarla y cuidarla y será mucho más difícil ocultarla o manipularla.

El golpe en la provincia

El resto de las poblaciones de la provincia de Cádiz, como las del el resto de España, no fueron ajenas a este hecho histórico y también sufrieron las consecuencias, negativas para unos, y positivas para otros, del alzamiento nacional como lo denominó su instigador, el general Francisco Franco Bahamonde.

El golpe militar se inició en la tarde del viernes 17 de julio de 1936 con la sublevación de la guarnición militar de Melilla. A partir de ese momento comenzó un confuso fin de semana que llenó a la sociedad española de temor, violencia y muerte.

En muchas ciudades y pueblos, las fuerzas militares, policiales y político-sindicales respetaron la legalidad republicana y redujeron a los elementos sublevados, pero en otros lugares la situación no quedó tan clara y se sucedieron varios días de combates y luchas entre republicanos y golpistas.

La provincia de Cádiz constituyó un claro ejemplo de aquella radical ruptura que en tres días de julio cambió la vida de los españoles.

Si exceptuamos algunos enfrentamientos armados aislados que se produjeron en algunas localidades, podemos observar que a finales de julio de 1936, los sublevados dominaban plenamente las ciudades de Cádiz, Jerez de la Frontera y Algeciras. El control de estos tres ejes de la provincia fue vital para la supervivencia y consolidación del bando sublevado en los primeros meses de la guerra.

Gracias a los puertos de Algeciras y Cádiz, el Ejército de África, que componía la tropa de élite de los militares sublevados, pudo cruzar a la Península, mientras que Jerez quedaba como el enlace ferroviario con Sevilla. La operación se completó con la caída de Huelva pocos días después del golpe de Estado, por lo que podemos concluir que el triunfo de los sublevados en estas tres ciudades fue uno de los elementos claves para aniquilar a la II República en Andalucía Occidental.

Tras la ofensiva contra Málaga en enero-febrero de 1937, la provincia de Cádiz se convirtió en un territorio de retaguardia del bando sublevado destinado a funciones de comunicación, abastecimiento, producción y espionaje. Sólo en algunos enclaves de la serranía gaditana se mantuvo cierta resistencia republicana sostenida por los maquis que no fueros neutralizados hasta varios años después de concluido el enfrentamiento bélico.

Pero «retaguardia» no significó paz y tranquilidad. Estar alejado de los frentes de combate no eximió a los gaditanos de sufrir la violencia propia de todo conflicto fratricida.

En las plazas de toros como las de Jerez o Cádiz, en presidios como el penal de El Puerto, en colonias penitenciarias como el campo de prisioneros de Rota o en los barcos-prisión de los puertos de Algeciras o Cádiz se ejerció una represión sistemática contra todos aquellos que fueron acusados de no congeniar con el bando de los golpistas.



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