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Domingo, 2 de julio de 2006
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EL RETABLO
Núñez y Cortés
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Hay que agradecer inmensamente al matrimonio formado por el guitarrista Gerardo Núñez y la bailaora Carmen Cortés (debemos incluir también a la hija de ambos) el amor que profesan al arte, muy por encima de lo meramente profesional. Aparte de sus respectivas labores artísticas, Gerardo y Carmen -no sé de donde sacan tiempo- administran las riendas de una Fundación, cuyo cometido es prestar ayuda y asesoramiento a jóvenes intérpretes. Además, pese a las dificultades del mercado, mantienen un sello discográfico, El Gallo Azul, en el que tienen la posibilidad de publicar muchos intérpretes que, de otra forma, lo tendría crudito. Para ello, la casa de ambos en Tres Cantos (Madrid), donde tienen propio estudio de grabación, muchos almuerzos cuentan con un mínimo de 8 ó 9 comensales, y a diario. Y qué decir del curso internacional de Sanlúcar de Barrameda, en el que personas de las más dispares nacionalidades aprenden del flamenco de Gerardo y Carmen y de sus valores humanos. Si añadimos que todo esto lo gestionan con casi 200 conciertos al año, ya me dirán el mérito contraído. Lo último ha sido la romántica idea de crear un auténtico anfiteatro de albarizas, en plena viña trebujenera. El pasado sábado, en el cerro Jaramilla, con el espectáculo En Clave de Sol se bautizó el auditorio Conubaria, con las actuaciones del pianista Mariano Díaz y de los jóvenes artistas jerezanos, Jesús Méndez y Manuel Valencia. Todo un alarde de entrega e imaginación para el aprovechamiento de todos los recursos, que a veces lo que necesitan es esfuerzo para convertir la tierra en teatro y el cielo en bóveda. Y todo, solitos. Sin la más mínima ayuda oficial, esa que privilegia a una serie de artistas que bailan con el carné en la boca y que en absoluto revierten el dinero público en los demás, sino en el enriquecimiento propio. Gerardo Núñez y Carmen Cortés, aparte de ser dos colosales artistas, son dos activistas del compañerismo en su más alta significación. El sábado pasado volvieron a dar una auténtica lección de íntegra dignidad con su En Clave de Sol mientras millones y millones se dilapidan en nombre del flamenco. Las cosas siempre se escribieron así, por eso admiro tanto a este tipo excepcional de personas.



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