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Domingo, 2 de julio de 2006
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CONTRAPORTADA
Jaculatorias en un centenar de idiomas y reacciones oficiales
Gajes del Mundial
a cada partido; tenía que ser en la ONU
Gajes del Mundial
ORACIONES. Varios aficionados ven un partido del Mundial en una iglesia. / AP
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Merde!». Al grito de Biku, mi compañero africano en la ONU, medio pasillo de prensa se aglutinó en torno a la televisión. Se suponía que deberían estar retransmitiendo las declaraciones del Consejo de Seguridad, pero lo que aparecía era el partido Alemania-Argentina

«Biku, a ver cuando te veo trabajar», le reprendió cariñosamente la cubana de Radio Martí. «Ya le he dicho a todo el mundo que hasta el 10 de julio no cuenten conmigo», le respondió con calma mi amigo de Niger.

La ONU es el único sitio del mundo en el que durante el Mundial se pueden escuchar jaculatorias de 190 países diferentes. Los juegos coinciden este año con la Conferencia sobre Armas Pequeñas y Ligeras que se celebra en las salas de reuniones del sótano, justo en la misma planta de la Cafetería Viena, único lugar en el que se permite fumar. A la hora de los partidos la nube de humo se extiende por toda la planta y los gritos se oyen en todo el edificio.

Es una prueba más de que no es suelo estadounidense. La revista Newsweek mostraba la semana pasada una viñeta con la bola del mundo, pero advertía que si el lector no veía en ella una balón de fútbol debía estar en Estados Unidos, el único país en el que la vida sigue rodando durante el Mundial.

La desorbitante atención que obtiene en cualquier otro país remoto o cercano desafía al sentido común. Durante los partidos no sólo se paran las oficinas, sino hasta los gobiernos. Durante la última visita del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, los compañeros rechazaron una comparecencia off the récord, las únicas en las que se habla con cierta franqueza gracias al compromiso de no publicarlo, para ir a ver el partido.

Afortunadamente unas cuantas -en femenino- nos rebelamos y la oferta siguió adelante. Era una oportunidad única que no se había dado en años, y ocurría después de un encuentro con la secretaria de estado, Condoleezza Rice, por lo que la sugerencia de sus asesores de olvidarlo, sin que ni siquiera hubiera empezado el partido, rallaba en el ridículo.

En la última comparecencia semestral del secretario general de la ONU la prensa no preguntó por Irán, Irak o Guantánamo, sino por el Mundial. Y ahí, precisamente, Annan se extendió de buena gana.

Claro que al menos en la ONU tenemos excusa, porque en ningún otro sitio cabe siempre la oportunidad de entrevistar al embajador del país derrotado. El viernes, el de Alemania, camino de su retirada, pudo enfrentarse a la prensa con el rostro tan iluminado que alguno incluso se arrepintió de haberse alegrado por la derrota argentina.



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