En Al Relente lo tienen muy claro. Si llegan a saber que la Feria de 2006 iba a transcurrir por los cauces por los que finalmente se ha desarrollado «este año no se instala la caseta, aunque nos hubiera costado el asunto casi 50 años de historia, casi medio siglo de montar en el Real de forma consecutiva».

Gabriel Mateos se siente dolido e indignado con las autoridades municipales responsables de su exilio forzado: «Si la señora alcaldesa y la delegada de Fiestas lo que pretendían era hacerme daño, aunque desconozco el motivo, tengo que reconocerles que lo han hecho muy bien, estoy profundamente afectado, han conseguido su objetivo porque me duele el alma».

La odisea que ha padecido «la gran familia» de Al Relente tiene tintes trágicos. «Literalmente, para entrar en nuestra caseta, a partir de determinada hora, la gente se tenía que jugar su integridad física, porque de la gran masa que hacía botellón en la puerta salían botellazos, peleas constantes, agresiones gratuitas, y eso te sume en un estado de tensión que te impide disfrutar de nada». Lo peor, a juicio de Mateos, ha sido la «inseguridad» que han tenido que soportar: «A las doce de la noche tuvimos que cerrar la caseta todos los días, porque los chavales del botellón montaban verdaderas batallas campales, y cada diez minutos salía uno camino del hospital, con la cabeza abierta». Para el responsable de Al Relente «si no querían montar un gueto, que no lo hubieran montado en su momento, porque con la solución de dispersar las casetas no han solventado nada, y lo único que han conseguido es sumir en el desespero y en la intranquilidad a muchos caseteros y amigos de la Feria que sí que vienen al Real a disfrutar de la fiesta sin molestar a nadie, sin que su diversión tenga consecuencias negativas para ninguna otra persona».

«Por lo menos -explica Mateos-Miguel Mata ha comprobado en persona las condiciones en las que hemos vivido la fiesta, porque el pasado viernes estuvo aquí y entendió el por qué de nuestro enfado y de nuestra indignación». Con respecto a lo que pueda pasar el año que viene, Mateos tiene «muy poca confianza» en que se cumpla lo que la alcaldesa ha prometido «en una carta en la que se nos asegura que volveremos a nuestra ubicación habitual, y tenemos esa desconfianza porque nos han dado muchos motivos para ello, han tenido un criterio variable, y este año, por ejemplo, la excusa para movernos han sido unas penalizaciones ridículas, imposibles de entender».