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Miércoles, 28 de junio de 2006
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Un castillo de naipes
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La selección española se despidió del Mundial. Los hombres de Luis Aragonés abusaron del juego de control y se olvidaron de la portería rival. La presión defensiva y el achique de espacios planteado por técnico de Hortaleza, fue una apuesta de riesgo. No surgió efecto porque dio opciones a los galos para inventar jugadas que pusieron en evidente peligro a la zaga española. La consistencia física superó al juego creativo.

Pese a los goles encajados, tuvo una actuación impecable. Conjuró el peligro de los balones aéreos con sobriedad. Evitó una ocasión manifiesta de gol de Malouda.

Firme durante la primera mitad, se incorporó con fuerza al ataque. Taponó con acierto las incursiones rivales. La reducción de espacios y la escasa presión del centro del campo le generó problemas en el segundo tiempo.

Cumplió en su labor de frenar a Henry. Mantuvo su concentración habitual e hizo incurrir al delantero galo en multitud de fueras de juego. Se le apreció alguna descoordinación defensiva al aplicar la táctica del achique de espacios.

Formó pareja con Pablo y ayudó a neutralizar el peligro que suponía Henry. La arriesgada táctica de presión y reducción de espacios le hizo vulnerable en ciertas ocasiones. Jugó con su contundencia habitual e hizo un derroche de garra.

No consiguió dotar a la banda izquierda de la suficiente profundidad. Impreciso con el balón, no tuvo ocasión de probar su disparo de larga distancia. Le faltó fuelle en la segunda parte para tener una mayor aportación ofensiva.

No consiguió ser el eje del juego de la selección. Ocupó una posición más retrasada de lo habitual, que influyó en su capacidad para la creación. No ordenó el juego como es costumbre en él. El equipo le echó en falta.

Realizó su partido más flojo. La fortaleza física del rival minimizó su presencia en el campo. No pudo imponer su juego de toque y le faltó profundidad para asociarse con los delanteros.

Se comportó como un auténtico veterano. No completó su mejor partido, pero demostró la jerarquía que tiene dentro del equipo. Quiso tomar las riendas a pesar de su inferioridad física y del potencial de sus rivales. Quizás se le echó en falta mayor presencia en el área rival.

Voluntarioso e ineficaz. Trabajó con constancia pero apenas tuvo incidencia en el juego de ataque de la selección. Se movió constantemente pero no encontró la fórmula para crear peligro.

Se vio perjudicado por el exceso de toques en el centro del campo. La falta de profundidad del equipo le restó protagonismo y no pudo desequilibrar por velocidad. Volvió a marcar de penalti y se marcha del Mundial sin conseguir un gol en jugada.

Comenzó con fuerza y fue capaz de desbordar por la banda izquierda. Con el transcurso de los minutos se diluyó y no fue capaz de rematar con peligro.

Su salida trató de remediar la ausencia de profundidad y el juego por las bandas. Desequilibró por la derecha y firmó las jugadas más destacadas en la segunda mitad.

Exhibió la movilidad acostumbrada, pero no provocó inestabilidad en la firme defensa francesa.

Apareció para dotar de mayor fuerza al centro del campo y buscar disparos de larga distancia. Presencia testimonial.



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