Parreira se despachó a gusto. El técnico brasileño defendió la practicidad y suficiencia de la propuesta de su equipo. Para él, Brasil no está obligado a hacer más que los demás. «La historia sólo habla de los campeones. ¿Por qué Brasil tiene que jugar bonito? ¿Y los otros? Queremos, más que jugar bonito, ser campeones. Estamos luchando para ganar un nuevo título».

Su planteamiento es irrefutable desde el punto de vista más estricto de lo que se entiende como una competición. «De nada sirve jugar bien y perder. Las fases de octavos y cuartos de final, para mí, son las más difíciles de la competición. Quien no tenga nervios de acero, no puede pasar», enfatizó.

Parreira rechazó con visible irritación insinuaciones críticas al comportamiento de su defensa ante un rival, Ghana, que en el balance global tuvo más control del balón. «Si la defensa no hubiera jugado bien, habríamos perdido el partido ante un rival muy peligroso. No creo que haya habido fallos en la defensa. Lo que nos ha faltado fue mandar más en el juego, evitar la prisa en el pase y entregar mejor. No aseguramos el balón para controlar el partido».

A su juicio, fue un «llanto de perdedor» las manifestaciones irónicas de su colega Ratomir Dujkovic, quien insinuó que Brasil contaba con ayuda de los árbitros y admitió que la goleada por 3-0 «da una falsa ilusión para cualquier hincha que no vio el partido».