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Miércoles, 28 de junio de 2006
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CONTRAPORTADA
Las bodas gay llegan por primera vez al ejército español: Alberto y Alberto, del cuartel de Morón, se casarán este otoño en Sevilla
A por la última trinchera
A por la última trinchera
CONTRASTE. Manifestantes muestran banderas arcoiris al paso de las tropas rusas en un desfile de Moscú.
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Dos militares homosexuales del Ejército del Aire destinados en la Base Aérea de Morón de la Frontera (Sevilla), los dos Alberto de nombre, se casarán el próximo septiembre en el Ayuntamiento de la capital hispalense, en la que supondrá la primera boda gay en el Ejército español.

El propio alcalde de Sevilla, el socialista Alfredo Sánchez Monteseirín, oficiará la boda, a la que también está invitado el secretario de Movimientos Sociales y Relaciones con las ONG del PSOE, Pedro Zerolo, que en los últimos meses ha asesorado a la pareja, según informó uno de los contrayentes.

Alberto, natural de Sevilla, co-mentó que conoció a su novio en 2002 durante una noche en Madrid, ciudad de nacimiento de su pareja. Tras distintos destinos, en la actualidad trabajan «puerta con puerta»en las instalaciones militares de Morón y la relación fructificará en el anhelado matrimonio».

Conocen de la repercusión que tendrá la noticia pero no les importa que «militares de la vieja escuela se echen las manos a la cabeza». «Sabemos que estamos en el Ejercito y que es complicado, porque no soy jardinero sino militar, y sé que habrá superiores que me harán la vida imposible, que ya lo están haciendo», indicó. De hecho, el soldado sevillano relató que remitieron una carta a la Presidencia del Gobierno para interesarse por las posibles consecuencias de la boda pero la contestación les dejó tranquilos. «Nos preocupaba qué podría ocurrir, si nos podrían por ejemplo cambiar de destino por casarnos, pero nos respondieron que, atendiendo a la Ley, no pasa nada, como si fuéramos astronautas», bromea. A la boda también asistirán unos 40 compañeros, aunque son conscientes de que en la base aérea hay a quien no le ha gustado la noticia. Alberto lamentó las amenazas y los comentarios «casi homófobos» de quienes trabajan a diario con ellos, algunos, mandos superiores. «A nadie le importa con quién me case, yo voy todos los días a trabajar y cumplo con mi profesión», subrayó.

A pesar de las críticas, el futuro matrimonio tiene decidido el enlace aunque no se pondrán el uniforme militar, ni comprarán tampoco el traje de gran gala del Ejército del Aire, que cuesta unos 300 euros. «Me advirtieron de que tuviera cuidado si me casaba vestido de militar pero no sé por qué, si vengo de una familia de origen militar que se casó de militar, por qué yo no», se pregunta.



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