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Sábado, 17 de junio de 2006
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Política y verdad
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Todo es relativo. La verdad no existe en términos absolutos, como tampoco otros conceptos abstractos cargados de matices. La belleza, por ejemplo, puede estar en una pequeña flor y en el retrato de un personaje deforme pintado por Velázquez. Sin embargo, cuanto más simple es una afirmación más fácil es identificarla como verdadera o falsa. Decir por la mañana «es de día» es verdad y sólo admite el matiz de señalar la hora solar exacta o el estado de la atmósfera.

Las precampañas electorales suelen ser periodos proclives a la hipérbole por parte de los políticos. El deseo de que algo se ejecute se magnifica y se le da la categoría de próxima actuación con fecha de ejecución, que siempre es la próxima legislatura. Esta exageración, a la que los políticos están acostumbrados porque cada cuatro años necesitan elaborar un programa electoral donde acaban prometiendo bajar los impuestos o pisos para todos, tiene sin embargo un riesgo obvio cuando la actuación que anuncian depende de otras administraciones.

La alcaldesa Pilar Sánchez está en ésas. Su deseo de que Jerez tenga un segundo hospital público, lo que por otra parte le vendría muy bien en su campaña electoral, lo ha anunciado como próxima actuación de la Junta de Andalucía en Jerez. Ese anuncio de Sánchez ha sido desmentido rápidamente por la Consejería de Salud, cuya titular está que trina ante semejante ocurrencia. El anuncio pues de la alcaldesa no tiene ningún matiz, la administración que debería ejecutar el hospital no va a hacerlo, con lo que hoy por hoy sólo tiene la categoría de falsedad y, siendo benévolos, de buenos deseos.

¿Pueden los políticos tergiversar la realidad y presentarla así a los ciudadanos? El interés en seguir manteniendo el poder, aunque también deseen realmente ver avanzar a su ciudad, no justifica la falsedad. Un político me dijo una vez al ver mi cara de asombro ante una afirmación suya, «no sé de qué te sorprendes si los políticos mentimos más que hablamos». Creo que los políticos en cuanto tocan el poder, pierden de tal manera el contacto con la realidad que se crean una propia, mucho menos prosaica que la de la calle y con más posibilidades de interpretación.

En ese mundo de Yuppi, cabe hacer un hospital o un parque temático con sólo desearlo, y si alguien lo desmiente, pues se versiona diciendo que sólo se había expresado una necesidad imperiosa que reclama Jerez. Este supuesto arreglo de la metedura de pata es abono seguro para la creación de plataformas, y para declaraciones, contradeclaraciones, ruedas de prensa y réplicas. Ríos de tinta sobre un asunto que ni existe.

En esa realidad imaginaria o paralela, los políticos hablan para la prensa y la prensa política escribe, porque no le queda otro remedio, para los actores de la cosa pública. De todas formas, debe ser complicado enfrentarse a diario cuatro o cinco veces con los medios de comunicación e intentar quedar impecable en las fotos y en las declaraciones, sin que en una de las preguntas se te vaya la cabeza y anuncies tus deseos como próximas acciones. Al menos, el titular a cuatro columnas lo logras en las portadas de los periódicos y se lo quitas al contrincante. Mientras, la calle interpreta el runrún y al cabo de unas semanas comienza a preguntarse dónde decían que se iba a construir el próximo hospital para el que por no haber no hay ni pensamiento de hacerlo.



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