«Hay mucha desinformación sobre la inmigración, aquí y en los países de origen», señala María Ángeles Sallé, presidenta de la Fundación Directa, quien subraya la necesidad de «abordarla en su complejidad», porque «abarca políticas de igualdad y de codesarrollo, responsabilidades de los Gobiernos de aquí y de allí, flujos económicos y laborales, pero también de cuidado» de personas dependientes. «Es un fenómeno complejo», coincide Estrella Rodríguez Pardo, directora general de Integración de Inmigrantes, que remarca que también «la sociedad de acogida es plural».

En medio del acalorado debate político sobre la cuestión, analistas sociales y organizaciones que trabajan en el ámbito migratorio llaman a la ponderación, a mirarla sin espejos rotos ni deformados. «El discurso de la demonización es muy peligroso», remarca la socióloga Sallé. «Hay que vencer el estigma de migrante igual a delincuente, lo mismo que el de migración de mujeres igual a prostitución», asiente el director de gabinete de la Secretaría General Iberoamericana, Edmundo Jarquín.

Tras vivir en primera línea el cambio de la España emigrante a la de la inmigración (la población extranjera se ha multiplicado por seis en diez años, hasta superar el 8% y rozar el 16% en comunidades como Madrid), la agregada cultural de Ecuador, María Amor López Espinosa, invita a asumir esa «poca experiencia de país receptor».

La responsable de la Fundación Directa apunta que «en España tenemos una visión absolutamente laboral y no sabemos nada de todo lo demás», cuando en realidad los inmigrantes «también están aquí porque los necesitamos, y hay sectores enteros de actividad que no podrían funcionar sin ellos». López Espinosa añade que «a la larga el proceso es beneficioso para ambas partes». Y Nélida Molina, presidenta de la Asociación de Chilenos en España, detalla ventajas estructurales, como la «dinamización» de la economía» (Madrid cifra en el «10-11% su aportación a la riqueza» de la comunidad); sociales, como la contribución «a la emancipación de las españolas en las tareas hogareñas, al aumento de la natalidad o al mantenimiento del sistema educativo»; y culturales.

La otra cara

Quienes se alarman ante el protagonismo de los inmigrantes no miran la otra cara del fenómeno, las dificultades de adaptación. El gran desafío sigue siendo la integración, que, como remacha la directora general del Instituto de la Mujer, Rosa Peris, «es bidireccional». En el caso de las madres que dejan detrás a sus niños, López Espinosa señala un doble desgarro sentimental, el del forzoso 'abandono' y el de la «falta del pilar materno». Aunque todavía «hay muchos datos confusos» la radiografía sociológica de la inmigración permite aclarar muchos malentendidos. No es un problema de pateras y cayucos. Más del 90% llega en avión.