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Domingo, 4 de junio de 2006
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CULTURA
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'Neocon' contra rebeldes
Muchos rockeros le han declarado la guerra a Bush, pero los ideólogos del presidente no han querido quedarse atrás y han publicado una lista con 50 éxitos «patrióticos» destinados a los conservadores
'Neocon' contra rebeldes
GRUPO. Bruce Springsteen y otros colegas de la canción hicieron campaña contra el presidente.
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Qué tal, chicos y chicas. ¿Sabéis que el comandante en jefe es tan guay que tiene su propio ipod? ¿Es verdad! Mirad la lista de los éxitos patrióticos». Así de entusiasta em-pieza el portal www.whitehouse.org, que nada tiene que ver con el oficial de la Casa Blanca, acabado en punto gov, pero que comparte el objetivo de ofrecer información gubernamental en lenguaje «patrióticamente orientado a la juventud».

Si bien es del todo dudoso que George W. Bush tenga en su aparato de música portátil canciones como We are the champions, de la banda británica Queen, cada vez resulta más creíble que el presidente oiga a éste o parecidos grupos. Las pocas veces que su asesor Mark McKinnon ha ofrecido pistas sobre los contenidos del ipod presidencial, éstas han servido para atestiguar que para Bush la música se acabó en los 80, junto con su adicción al alcohol. Su consultor mediático lo sabe de buena tinta, porque él mismo se encarga de descargar la música del presidente. Dice que la elige, sobre todo, de su colección personal, pero que cuando baja algo de la red lo hace legalmente a través de i-Tunes, porque en esto de la música y de ser «guay», Apple ha ganado la batalla en Washington.

En el de la primera dama abunda la música clásica y los libros en audio, mientras que la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, se pirra por Aretha Franklyn, y el opaco vicepresidente Dick Cheney... bueno, Cheney lo mantiene en la oscuridad. Y no porque no se lo hayan preguntado. En un vuelo de trabajo a Oriente Próximo, Cheney acaparó el único enchufe disponible para cargar su ipod, mientras que los desesperados periodistas tuvieron que aguardar para escribir su crónica. Claro que, como el avión era suyo, nadie pudo refutárselo.

La afición por el reproductor de MP3 más pintón del mercado debe de ser una de las pocas cosas en las que conservadores y demócratas están de acuerdo. De hecho, el ex vicepresidente Al Gore no sólo tiene el último modelo, sino que está en el Consejo de Dirección de Apple, y encima ha montado un canal de cable orientado a la juventud.

Bush y los viejos rockeros

No basta con estar al día, hay que estar a la moda y ser políticamente correcto. Después de que se le criticasen ausencias como la de los Beatles y la exclusividad de autores varones y blancos, en la última actualización del ipod de la Casa Blanca se incluyó a la legendaria banda británica. El ipod que le regalase su hija Jenna es su favorito para esos maratones en bicicleta con los que se mantiene en forma. En cuanto salió a la venta, Bush lo cambió por el ipod shuffle, que elige los temas aleatoriamente y le evita tomar decisiones. El fuerte del presidente está en la música country -las Dixie Chicks están excluidas desde que dijeran en Londres que se avergonzaban del presidente-, pero en su lista oficial también se encuentran viejos rockeros como Johnny Winter, Van Morrison, Bryan Adams y Eric Clapton.

El rock, en EE UU, es el estilo favorito de las masas, y los conservadores no aceptan perder esa batalla. Por eso la revista National Review -un bastión neocon- apareció con una lista de las 50 grandes canciones de rock que la derecha estadounidense puede cantar a pleno pulmón, sintiendo sus letras como si fueran himnos a sus propios valores. El escepticismo de muchos fue mayúsculo, al encontrarse con grupos como The Who, The Rolling Stones, Sex Pistols, Metallica, Led Zeppelin, The Clash, Iron Maiden, Aerosmith o Scorpions, por mencionar algunos, pero todo depende de cómo se interpreten sus letras.

El autor de la lista, John Miller, admite que su selección «está llena de sorpresas», pero que ha hecho un esfuerzo por incluir variedad. «¿Quién dijo que la diversidad no es un principio conservador?», se defiende. Muchos de esos artistas, como los Rolling Stones, que en su más reciente disco dedican una canción muy crítica al gobierno de Bush llamada Sweet neocon, han sido especialmente ácidos con los conservadores norteamericanos. La lista de rockeros que militan contra Bush y, sobre todo, contra la guerra de Irak, puede ser también interminable -desde Neil Young a Eminem pasando por Bruce Springsteen-, pero por eso mismo los neocon (neoconservadores) contraatacan con voluntad de aparecer en vanguardia.

Para Miller, el diablo de Sympathy for the devil aconseja el relativismo moral y trata de hacerte pensar que «todos los policías son asesinos/ Y todos los pecadores, santos». Pero la prueba concluyente de que los conservadores pueden ver en el maligno al líder los izquierdistas es que, en esa canción, el diablo, además de reconocerse tras todas las maldades ocurridas en la historia desde la crucifixión de Jesucristo, admite haber inspirado también la revolución comunista rusa.

Jagger no va en serio

El crítico de rock Dave Marsh se debate entre la risa y la desesperación cuando se le pide que aclare las ambigüedades de la legendaria banda de rock. «Estamos corriendo el grave peligro de tomarnos a Mick Jagger en serio, y eso es algo que no he hecho desde que amenazó con disolver la banda», apunta. «¿Entonces sí me lo tomé en serio!».

Para Marsh, los conservadores estadounidenses están «desesperados por encontrar música respetable que puedan reivindicar como propia, y Ted Nugent no es su tipo», dice en referencia al guitarrista que forma parte del Consejo de Dirección de la Asociación Nacional del Rifle. «Lo absurdo de esta lista es que las canciones que deberían haberse adjudicado no se han puesto tan de moda, así que han buscado sutilezas y las han retorcido. Y ahora que lo pienso, eso es exactamente lo que hacen durante la campaña electoral», reflexiona sobre la marcha.

Pese a su criticismo, Marsh concede cierta legitimidad a la controvertida lista que ha dado la vuelta al mundo en una semana. The Taxman (El Recaudador de Impuestos) recoge fidedignamente la antipatía de los republicanos por la Hacienda del gobierno federal, y su autor, el ex Beatle George Harrison, no ocultó su conservadurismo. Igual que Mike Love, cantante de The Beach Boys, cuya canción Wouldn't it be nice es alabada en la lista de National Review como un canto a la abstinencia sexual y al sagrado vínculo del matrimonio.

Tampoco pone reparos al número uno de la lista, Won't get fooled Again (Que no te engañen de nuevo), tema en el que los Who se muestran desilusionados por los resultados de las revoluciones de los 60. «No hay nada en las calles/ Que me parezca nuevo/ Sólo han sustituido las consignas/ Conoce al nuevo jefe/ El mismo viejo jefe de siempre», dice la canción.

El guitarrista Pete Townshend asegura no haber tenido en mente ningún mensaje político al escribir esta canción, ahora bandera del rock conservador, pero parece sentirse tan atormentado por la interpretación, que ha puesto una larga explicación en su website titulada Won't get judged again (No se me juzgará de nuevo), en juego de palabras con el nombre de la canción (www.petetownshend.co.uk). Sus tribulaciones son tan complejas, que Miller considera que incluso amplía el mensaje conservador que él ya había observado, y hasta Marsh le da la razón, a su manera.

«Si decir que las revoluciones son complicadas es un valor conservador, entonces estamos de acuerdo», admite. Lo que más desespera a Marsh es que no haya elegido a los pocos rockeros que se declaran conservadores, o a quienes, como Bon Jovi, «un año hacen campaña por Bush y otro por Clinton».

El analista político de National Review admite que el rock no es conservador por naturaleza, pero cree que, entre los millones de canciones que se han escrito, también las hay que, como las que cita, responden a sus valores. Y si la izquierda reclama algunas de esas mismas canciones, será porque «todos llevamos un pequeño conservador dentro». Por su parte, el rockero convertido a crítico musical está convencido de que «los rockeros no son serios en política. Y cuando a veces lo son, dan miedo», advierte.



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