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Lunes, 22 de mayo de 2006
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TOROS
Toros
'Guardiolas' con cuajo
Javier Valverde rozó el éxito con el segundo toro en una tarde en que molestó el viento notablemente
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LA FICHA
Seis toros de Guardiola Fantoni. De hechuras y estilo diversos, cuajo general y justeza de fuerzas. Con clase el segundo. Nobles primero y sexto. Inválido el quinto. Encastados y difíciles tercero y cuarto.

Iván Vicente: saludos y silencio.

Javier Valverde: ovación tras un aviso y silencio.

Fernando Cruz: sustituyó a Pepín Liria, silencio y palmas.

Lleno. Tarde ventosa, primaveral. 12ª de San Isidro.

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La corrida de los Guardiola tuvo más cuajo que ninguna de las nueve que se llevaban lidiadas en San Isidro. La costumbre de los Guardiola es echar toros parejos. Esta vez fue al revés. Cada toro, de una familia. Las hechuras, muy diferentes. Tres toros cinqueños, que se abrieron en lotes distintos y dieron menos peso que los tres cuatreños. No fue corrida de tres y tres, sin embargo.Embistió con más clase que ninguno el segundo. Con más corazón que potencia. No muy acertada ni afortunada la lidia de Javier Valverde. Al final, ya agobiado, el toro claudicó. Amagó con pararse y apreció buscar las tablas con la mirada, pero fue dócil.

El aire de la faena fue despacioso. Buen trato del toro. Sobre todo en la apertura, cuando Valverde le midió las fuerzas y se dejó ir. En tres tandas de no mal vuelo, Valverde abusó de torear a la voz. El toro obedecía pero pedía más espacio y tregua. Hubo un desarme por el viento y un error de colocación. Luego perdió gas la cosa. El toro se vino abajo porque le pesaban distancia y terreno, un pinchazo, una estocada desprendida y adiós.

Su ventaja fueron las dimensiones. Era, además, bajo de agujas. No abundan. Pareció que iba a morir en la puerta de chiqueros y en tablas, pero con la espada dentro se resistió. Ovación en el arrastre. Como él no salió otro. El primero, burraco de pinta y grande, escarbó, se resistió y tomó al galope la muleta. Iván Vicente acompañó los viajes sin enganchar al toro en tres tandas. El toro empezó a perderse. Una estocada.

El tercero fue codicioso y con fondo fiero. El toro galopó en banderillas y vino pronto en la muleta, pero con son pegajoso. Por rebrincarse, acusó el vicio más de lo normal y acabó reponiendo. Mucho toro para torero en cuarto creciente. El toro acusó el resabio de la edad pronto y ganó. El cuarto, cinqueño también, salió buscando puertas. Estampidas que tuvieron armonía de galope. El ruedo, en alarma. Vivo en banderillas, se lo pensó cuando hubo que trabajar y no dejó a Iván ponerle la mano en los pitones. Muchos sustos y nada claro. Valverde recibió con larga de rodillas en el tercio a un quinto de disparatado tamaño y menguadas fuerzas que perdió en banderillas el norte y se fue al suelo al primer muletazo. No se tenía en pie. Estaba lastimado. El sexto no fue de tamaño extra, sino bajo y largo, corto de manos, corto de cuello, algo cara de rata. Buen toro pero resultó ser demasiado frágil. Se sentó una vez y se vino a plantar rendido antes de topar ya roto. A pulso bueno, Cruz le pegó con la derecha muletazos provocadores. Torero descarado, pues. Pero al hilo del pitón por la mano izquierda. Y una estocada estupenda.



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