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Sábado, 20 de mayo de 2006
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JEREZ
Jerez
Quinientos años de deleitoso abolengo
A finales de los años setenta la calle recuperó su nombre después de casi un siglo denominada Cardenal Herrero
Quinientos años de deleitoso abolengo
SOLEADA. En la calle Bizcocheros se aprovecha toda la luz solar posible .
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Nadie diría que el tripartito, ese que ha dado y está dando tanto que hablar, se fraguó en esta calle -la número 8, esquina con Ánimas-, aunque no se sabía que toda saldría como ha salido. Pero eso es una mera anécdota comparado con las que la calle Bizcocheros y su gente nos han contado, y lo que otros llegaron a imprimir lo que les contaron y leímos.

Hasta hace bien poquito -a finales de los años setenta-, cuando uno era un crío plasta y pegaba sus narices en los cristales de La Holandesa demandado a su madre una lolita -esa carmela bien rellena de crema y larguita que te presentaban con cariño en su papel de estraza-, la calle recuperó su nombre, porque a principios del siglo XX se la denominó Cardenal Herrero. Otros más nostálgicos hablan del barrio de San Pedro, donde recibe culto la patrona de la Aviación, la Virgen del Loreto.

Si alguien, aún en pie puede contar la historia de la calle Bizcocheros en sus últimos cincuenta años es Sebastián Núñez, Chano para los vecinos y amigos.

Regenta una relojería desde hace casi medio siglo y asegura que en su tiempo fue la «calle más completa de Jerez» por el número de comercios tan dispares que allí han residido. Una oficina de la Renfe, una funeraria, la antigua imprenta y redacción de La Voz del Sur, cuyos periodistas, hoy veteranos compañeros pasaban largos ratos en la barra del bar La Candelaria o la taberna nº 1 cuando el régimen hacia aguas y después de muchas horas aporreando las teclas de la Olivetti. Un ultramarinos, una carnicería con los mejores chicharrones de Jerez... «En estos últimos veinte años la calle se ha ido despoblando y aunque hay gente nueva que está volviendo la cosa está todavía muy floja», añade Chano. Recuerda que durante las obras de remodelación de esta vía, que duraron ocho meses, «el comercio se resintió, ya que quitó mucho paso de personas y hoy se sigue notando».

La antigua Holandesa, es hoy regentada por Andrés Ortega y se denomina Jesús El Artesano, el cual reinaguró una pastelería que permanece en el lugar desde 1934 y que sigue ofertando una amplia gama de pasteles y dulces que siguen siendo un pecado venial para mayores y niños.

Para Andrés, la calle Bizcocheros «es de la más tranquilas que hay en Jerez. Le falta un poco de vida, aunque parece que se está recuperando con nuevas construcciones y nueva gente, pero lo cierto es que aquí nos conocemos todos, contamos con una clientela fija y habitual del barrio, y también del que pasa por aquí de vez en cuando», aunque ve en falta una cosa importante para los negocios: «La falta de aparcamientos. Es muy difícil aparcar por esta zona».

La vecina de Bizcocheros más rumbosa es Isabel García Contreras. Coincidimos con ella en la Herboristería de Lala. «Tengo ochenta y dos años, nací en el barrio de San Miguel y me vine a vivir a esta calle con dieciséis. Tan bueno es un barrio como el otro», asiente.

A su edad, los «achaques» no le impiden seguir haciendo una vida diaria normal y más alegre si cabe: «A pesar de la muleta me ido a la Feria durante dos días y he bailado y cantado, y me lo he pasado muy bien». Asegura que «su» calle es «muy tranquila y viven personas muy buenas. Aquí no se siente ni el ruido de los pájaros».

Junto a ella, despachando en la herboristería se encuentra María José Hernández Lala. Llegó de Sanlúcar de Barrameda hace casi veinte años y se estableció comercialmente en esta calle: «Estoy feliz de venirme aquí cuando lo decidí, con la calle, con el barrio y con todo Jerez, además de haber dado con la mejor gente del mundo».

A pesar de los contratiempos de las obras y de que es una calle muy poco transitada, Lala aclara que su negocio marcha bien, porque «cuento con una clientela fija y muy fiel, del barrio y de otros muchos sitios», mientras nos recomienda unas cápsulas para combatir la alergia primaveral: «Esto es lo mejor para lo que vosotros tenéis».

Bolsos Pestana, Paulino García con esquina Gaspar Fernández o el bar San Pedro, hoy convertido en ciber-café y donde no nos hicieron mucho caso, son otros de los ilustres comercios que dan colorido a una calle con abolengo.

En la calle Bizcocheros hay sitio para artesanas y mujeres emprendedoras, para mejorar la imagen corporal de uno, o de una, comprarse un piso y para combatir las fatalidades, el mal de ojo, y por qué no, darse un capricho. La Herradura Mágica lleva quince años en la calle, aunque ha ocupado diferentes locales en la misma. César Varela está al frente de este singular establecimiento. Asegura que se decidió por esta calle para montar el negocio porque era «una calle muerta y no quería pagar un local demasiado caro», aunque añade que funciona «bien porque la clientela la busco yo y viene de cualquier sitio de la ciudad y no sólo del propio barrio».

César aclara que para «mucha gente esta calle no pertenece al centro y aunque los vecinos son ya muy viejos, somos como una gran familia, pero eso sí, con sus miserias».

A la calle Bizcocheros la rodean otras calles con historia y no con menos solera: Caracuel -donde durante mucho años vivió Radio Jerez y Gráficas del Exportador-; Doctrina -en cuyo Guitarrón se tomaban las mejores morenitas y las aceitunas machacás-; Antona de Dios -donde algunos intentaban recuperar asignaturas para septiembre en la academia del robaperas-; Valientes, Morenos, Ánimas, Rui López, Gaspar Fernández, etc.

Para recrearse, hay que hacer parada en la casa número 29. Su rehabilitación y restauración fue objeto de reconocimiento hace seis años por la entonces Europa de los Quince con el premio Europa Nostra por rescatar, conservar, y reproducir todos los elementos del inmueble en su época de construcción, el siglo XVII. Los trabajos de rehabilitación duraron diez años, desde 1989 a 1999.

Hasta una peña motera, Los Pitufos, en la que durante años se celebraron los mayores triunfos del motociclismo español tuvo su sitio en esta calle, donde los quintos de Cruzcampo se tomaban bien fresquitos mientras el sol daba de plano a la hora de las carreras.

Como decía al principio de esta crónica, la casa número ocho, esquina con Ánimas, fue donde nació la abuela maternal del hoy President de la Generalitat, Pasquall Maragall.

También en esta calle se desarrolló durante años el proyecto Speed Festival y estuvo la oficina de la organización de los WEG del 2002.

El nombre de Bizcocheros, según el amigo e incansable investigador Pepe Cirera, le «viene a esta corredera porque según cuentan los antiguos existieron varios hornos donde se elaboraba este dulce y cuyo nombre ya aparece en actas capitulares que datan del mayo de 1550.

También fueron famosas las barberías La Higiénica y El Pili. Asimismo, en la casa número 3 existe una placa en su fachada que recuerda a la escritora y poetisa María de Xerez.



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