El aeropuerto, cuyo desarrollo está unido al turismo en la Costa de la Luz, también está lastrado por la estacionalidad del sector. En temporada alta, entre mayo y octubre, la terminal obtiene registros superiores a los 130.000 viajeros mensuales, que se precipitan por debajo de los 60.000 cuando llega el invierno. Pocas son las aerolíneas extranjeras que se atreven a operar en Jerez durante todo el año. Sus reticencias forman parte de un círculo vicioso deplorable para la economía provincial: no hay una oferta atractiva para los viajeros más hayá del sol y la playa; no hay turistas que opten por viajar a Cádiz fuera de la temporada; y, sin clientes, las aerolíneas no están dispuestas a fletar sus máquinas.