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Sábado, 29 de abril de 2006
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TOROS
DÉCIMOTERCERA DE LA FERIA DE ABRIL DE SEVILLA
Cuatro históricas
El torero de Mairena Salvador Cortés le cortó las dos orejas a dos buenos toros de Parladé y ya es triunfador de la feria
Cuatro históricas
POR EL PECHO. Cortés fue prendido al entrar a matar al segundo.
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LA FICHA
Cinco toros de Parladé , de buenas hechuras, y un sobrero cinqueño de La Dehesilla, que se jugó de segundo y salió encastado, incierto y agresivo. El tercero de Parladé, excelente. Dio mucho juego el sexto. Buenos primero y cuarto, que duraron poco. El quinto se echó.

Javier Conde: pitos en los dos.

El Fandi: saludos en los dos.

Salvador Cortés: dos orejas y dos orejas, y a hombros por la Puerta del Príncipe.

Lleno: Primaveral.

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L os dos toros de Parladé que tumbó de sendas estocadas memorables les cortó las orejas Salvador Cortés. La bondad fue nota común a uno y otro toro. Pero el tercero de corrida le sacó en calidades, potencia y estilo no poca distancia al sexto. Los dos fueron de bello remate, pero también en eso ganó con ventaja el tercero, que lo tenía todo en su sitio y por orden. De una armonía llamativa. El sexto, corto de manos, dio la impresión primera de toro acochinado. No luego. Al estirarse ganó plaza. El primero vino ligero, pronto, humillado y entregado. Por las dos manos repitió con boyantía. Un toro sin secretos. El sexto se trompicó un poco, no descolgó tanto, fue de más cortos viajes.

El tercero se frenó de salida, se quedó en el caballo pero echó la cara arriba en la segunda vara, se vino arriba en banderillas, donde se definió como los toros de categoría, y ya no paró de querer. Uno de los toros buenos de la feria. El sexto acusó de partida ese parte de batalla que se libra cuando la cosa empieza con un torero plantado de rodillas a porta gayola para librar larga y seguir después con tralla en pie, que fue el caso.

Cuando se fue a porta gayola, ya cerca de las nueve de la noche, Salvador contaba la corrida como un triunfo. Dos orejas. El gesto siempre heroico de irse a la puerta de toriles y tan por todas dejó en claro la ambición de Salvador. Se dejó sentir el generoso calor del público de la Maestranza con los toreros de la tierra. Fue generoso el premio pero bien ganado. Sólo las dos estocadas fueron ellas solas dignas de premio. Por la manera de cruzar, atacar y atracarse. Con espléndida limpieza en el primer turno. Dejándose el alma en el segundo, porque del embroque de la estocada, hasta la bola, salió Salvador prendido por el muslo derecho. En seco derrote lo tuvo el toro colgado un instante. El forro de la taleguilla o el tejido resistente del calzón resultaron providenciales. Cayó de pie el torero, de inmediato rodó el toro y la euforia se desbordó. El presidente no pudo negarse.

Pero es que antes de las estocadas, Salvador cuajó faenas de muy buen acento. Parecidas pero no tanto. Con el excelente son del primero no se rompió hasta la segunda tanda en redondo. Hasta que no se echó la muleta a la izquierda no le tomó al toro la velocidad. Redondas las tandas de cuatro y el remate cambiado. El garbo seco de una trinchera y dos cambios de manos fueron puntos clave para romperle para bien a la faena sus líneas seguras y predecibles. La búsqueda de la igualada se hizo muy enojosa. Parecía que el toro se los había dejado dentro. Y tal vez.

La sincera entrega del torero contó por encima de cualquier cosa. Por si quedaban dudas sobre esa disposición, no arrebatada sino secamente valerosa, vino la descarga de cañones del último toro. La apuesta a porta gayola, el raro empaque de los lances atropellados que siguieron, y que provocaron a la gente y a la banda de música, y, en fin, el aliento suficiente como para abrir faena desde los medios. Citando de largo al toro, que estaba en la primera raya y se vino al galope. El aguante y ya el ajuste del primer embroque, el temple también, la ligazón sin rectificar y muleta por delante, la pasión de una tanda de las de romper con la pana. Se embaló todo. Al torear con la diestra se escondía ligeramente la pierna de carga como en tijera. Por la mano izquierda, embroques y remate fueron de mejor logro. Y, al cabo, en una nube el torero de Mairena, que sólo hace año tomó la alternativa aquí mismo y le cortó también las orejas a un bravo toro de Cuvillo.

Conde, al hilo

Javier Conde estuvo muy presente en sus dos turnos. Para bien y para mal. Afanoso y seguro pero muy al hilo del pitón con un primer toro sardo que tuvo más bondad que raza. Exageradamente abierto o escondido con el cuarto. Conde tuvo en contra un grupo de gente que no le perdonó ni la menor renuncia. Las hubo. El Fandi se las vio primero con un sobrero de Pereda encastado pero listo. Valerosa faena de buen corte y bien tramada. El Fandi salió de dentro afuera y cuadró al salto en la cara. El quinto fue el de peor nota de los seis, al sexto muletazo se echó y cayó el telón. Parado en banderillas, el toro hizo interminable el tercio. Hubo que darle dos vueltas al pasodoble para sólo tres pares.



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