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Sábado, 29 de abril de 2006
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Opinion
El PSOE, el PSA y la estatua de Primo de Rivera
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No sé si tendrán la conciencia tranquila, pero desde luego sus consultas personales y grupales están llenas de incoherencia y de falsedad.

Me estoy refiriendo a los políticos del PSA y del PSOE que aprobaron, con su voto, la vuelta de la estatua de Primo de Rivera a la Plaza del Arenal. En verano de 2005, con nocturnidad y alevosía, en la Comisión de Política Territorial, PSA y PSOE impusieron su mayoría para que volviese la estatua del dictador. IU se opuso, y contrariamente a lo esperable por su ideología, el PP se abstuvo.

Dos partidos que llevan la «S» de Socialista en sus siglas, que se autodenominan de izquierdas, resulta que son los responsables de que se siga homenajeando a un dictador en la principal plaza de Jerez. Aunque hablan en sus discursos de Memoria Histórica, se intentan desmarcar del franquismo... olvidan que la dictadura de Primo de Rivera fue el antecedente de la dictadura de Franco, ya que el generalo jerezano promovió a los militares africanistas en su implacable camino hacia el poder y la tiranía; camino que pasaba por la Guerra de Marruecos (con bombardeos químicos incluidos) y por el ensaño de represión de las libertades públicas que supuso el mandato de Primo.

No sé si el PSOE de Jerez habrá tomado nota de las relaciones de su propio partido (y de organismos como el Consejo de Europa) exhortando a retirar de la vía pública los símbolos del fascismo, pero parece que en el caso del monumento al que nos referimos no les ha tenido en cuenta. No sé si recuerdan que fue un concejal del Partido Socialista, allá por los 80, el primero en proponer que el monumento fuese retirado. No sé si Pilar Sánchez habrá recordado su antigua condición de militante de la CNT de Jerez en los años de la Transición (dato que curiosamente ha sido borrado de su biografía política), pero parece que no ha tenido en mente, desde su posición como Alcaldesa, que los anarcosindicalistas fueron ferozmente perseguidos durante la tiranía de Primo. No sé si Juan Manuel García Bermúdez se acuerda aún de los años en los que participábamos en el mismo grupo ecopacifista y de las cosas por las que trabajábamos juntos, entre ellas la desmilitarización de la ciudad.

No sé si el PSA de Pedro Pacheco se acuerda de que fue él mismo quién promovió en los 90 que la Plaza del Arenal fuese proclamada por el Plano como Espacio sin Frontera y por la Tolerancia. No sé si se han percatado de la incongruencia del nombre con la preeminencia de la figura, en la misma plaza, de un intolerante. No sé si sabrán que Blas Infante, a quién ellos reivindican desde el andalucismo, fue desterrado durante la dictadura de 1923-1929. No sé si Antonio Sánchez tiene memoria de su antigua militancia en Izquierda Unida y de las marchas a Rota y de la insumisión y del pacifismo. No sé si le chirrían en algo esas posturas con su silencio en el caso de la dichosa estatua ecuestre.

Desconozco si el Gobierno local seguirá hablando de democracia participativa en sus proyectos. Lo que si sé es que en el tema de la estatua, no ha sido capaz de promover un debate ciudadano ni de escuchar a los colectivos que nos hemos posicionados en contra de los símbolos militaristas. Ni siquiera hemos tenido la posibilidad de hacer un debate en igualdad de condiciones en los medios de comunicación, incluyendo a la televisión municipal Onda Jerez.

Posiblemente la estatua de Primo de Rivera sea sólo un símbolo. Pero es un símbolo que nos dice mucho acerca de cómo se relacionan con él aquellos que en su día le criticaron y hoy lo amparan desde que ostentan el poder.

Francisco José Cuevas. Jerez



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